Cumbre en Irlanda del Norte

Rusia obstaculiza una actuación de consenso en la guerra de Siria

Obama y Putin, en su encuentro bilateral, ayer, durante la cumbre del G-8, en Enniskillen (Irlanda del Norte).

Obama y Putin, en su encuentro bilateral, ayer, durante la cumbre del G-8, en Enniskillen (Irlanda del Norte).

BEGOÑA ARCE
LONDRES

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Los máximos dirigentes de EEUU y de Rusia, Barack Obama y Vladímir Putin, volvieron a reconocer ayer sus discrepancias en relación al conflicto de Siria, pero aseguraron que ambos desean el fin de la violencia y una solución negociada. Tras un tenso encuentro entre ambos, en el marco de la cumbre del G-8, Putin aseguró: «Nuestras posiciones no coinciden del todo, pero estamos unidos en el interés común de acabar con la violencia, detener el incremento del número de víctimas y resolver los problemas por medios pacíficos, incluida la conferencia de Ginebra».

En términos similares, Obama señaló que EEUU y Rusia «comparten el interés en asegurar que no se usen armas químicas, detener la violencia y alcanzar una solución política». El presidente estadounidense subrayó que ambos líderes han dado instrucciones a sus equipos para que trabajen para preparar la conferencia de paz sobre Siria en Ginebra.

El conflicto en Siria no debía, en principio, formar parte de la agenda del G-8, pero está dominando la cumbre noirlandesa y relegando a segundo plano los asuntos estrictamente económicos.

Las discrepancias sobre si se debe o no armar a los rebeldes son tan evidentes y profundas que alcanzar un compromiso entre todas las delegaciones, tal y como pretendían el primer ministro británico, David Cameron, y el propio Obama, parece imposible. Cameron acudió a la reunión decidido a «hacer presión» para poder convocar una conferencia de paz, que Washington y Moscú están intentando organizar sin éxito.

Rusia se niega tajantemente a que se preste ayuda militar a los rebeldes, algo que sugirió el presidente Obama la pasada semana, sin explicar exactamente en qué consistiría esa ayuda. Como en los tiempos de la guerra fría, EEUU y Rusia se encuentran en bandos enfrentados. Putin ha respondido a Occidente con una oferta para suministrar al régimen de Damasco un sistema ultramoderno de misiles de defensa.

Rusia radicalizó ayer aún más su postura, anunciando que no permitirá el establecimiento de una zona de exclusión aérea en Siria, que debería ser refrendada por el Consejo de Seguridad de la ONU para que Francia dé su apoyo a una intervención de la comunidad internacional, algo que también ha sugerido Alemania.

Putin sostiene que armar a los rebeldes sirios sería poner terroristas en el patio de atrás de Europa. El presidente sirio, Bachar al Asad, advirtió ayer de que «Europa pagará el precio» por armar a los rebeldes. El propio Cameron ha reconocido sus temores sobre la ideología fundamentalista de algunos sectores radicales de la oposición siria.

SOLUCIÓN PACÍFICA/ El primer ministro británico insiste, sin embargo, en apoyar una solución pacífica. «Lo que queremos es una conferencia de paz, un proceso de paz y una transición a un régimen que todo el mundo acepte en Siria», señaló antes del comienzo de la cumbre.

Cameron ha sido unos de los líderes que ha animado al presidente Obama a suministrar armas a los rebeldes, pero él mismo puede tener problemas en casa con una decisión así. La pasada semana elpremierbritánico constató que un gran número de sus propios diputados votarían en contra de esa entrega en una futura votación en el Parlamento. Ayer el alcalde de Londres, el conservador Boris Johnson, también mostró su rechazo a la hora de ayudar a una panda de «maniacos».

El rey Abdalá de Jordania viajará mañana a Londres para abordar el conflicto sirio con Cameron.