LAS RAMIFICACIONES DE UN LARGO CONFLICTO CIVIL

Rusia admite abiertamente su participación en la guerra siria

Una calle de Alepo, tras un bombardeo de los aviones del régimen de Bashar el Asad.

Una calle de Alepo, tras un bombardeo de los aviones del régimen de Bashar el Asad.

MARC MARGINEDAS / MOSCÚ

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En las postrimerías del verano del 2015, cuando se cumplen cuatro años y medio del arranque de la guerra civil en Siria, Rusia ha dejado atrás definitivamente la condición de aliado imprescindible del régimen de Bashar el Asad para convertirse ya en una fuerza extranjera más de las muchas que actúan sobre el terreno. Este martes mismo, fuentes militares estadounidenses reconocieron que aviones no tripulados rusos (drones) operan desde territorio gubernamental sirio en la lucha contra las fuerzas insurgentes, al tiempo que el prestigioso diario ruso Kommersant, citando fuentes militares rusas, se hacía eco de trabajos de reparación en la base naval de Tartus, en la costa mediterránea, a unos 90 kilómetros de la localidad de Latakia, para ampliar las instalaciones y poder acoger a buques de guerra de mayores dimensiones.

El alcance de la reforzada presencia militar rusa en Siria aún está por determinar, aunque en los últimos días, el goteo de informaciones que han venido difundiéndose en los medios de comunicación dan a entender que el Kremlin ha decidido dar un salto cualitativo en el nivel de su implicación en el conflicto. Entre el armamento desplegado, se encuentran cazas Sujoi-30 con sus correspondientes pilotos, capaces de volar a una altura de 17.300 metros y a una velocidad de 2.120 kilómetros a la hora,-unos modernos ingenios de los que carecen la Fuerza Aérea Siria, dotados de aviones también de fabricación soviética/rusa pero diseño mucho más antiguo- helicópteros, tanques y tropas en una base aérea próxima a Latakia.

Un total de 1.700 especialistas rusos, según el rotativo moscovita, realizan en estos momentos en Tartus trabajos para «reparar y vigilar las instalaciones, así como para ampliar el muelle de atraque», según informó una soldado anónimo en el exterior de la base, un extremo confirmado posteriormente por una fuente militar de alto rango sin identificar, que, sin embargo, descartó que esté vinculado con una intervención en Siria. «Simplemente, Tartus podrá acoger a buques de primer y segundo rango de la flotilla rusa del Mediterráneo», aseguró. Hasta el momento, Rusia se había limitado a vender a su aliado sirio equipamiento militar, como tanques T-80, cazas Sujoi-27 y defensas costeras antimisiles. Precisamente, el puerto de Tartus es la via de entrada de los envíos a Siria de armamento ruso, cuyos buques atraviesan las aguas territoriales de multitud de países mediterráneos como España.

OCCIDENTE, A LA EXPECTATIVA

Los movimientosdel Kremlin en Siria no han pasado desapercibidos de ninguna forma por Occidente. Desde Washington, el portavoz de a Casa Blanca, John Earnest recordó el contenido de muchos de las conversaciones mantenidas con representantes militares rusos. «Les hemos dejado claro, tanto en público como en privado, que apoyar al régimen de Asad es una apuesta de perdedores», recalcó. Recientemente, ha salido a la luz que el ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigu y su homólogo estadounidense, Ashton Carter, se entrevistaron durante una hora para hablarde la situación en Siria, en un encuentro que fue calificado de «constructivo».

El Reino Unido, a diferencia de EEUU, no mantiene canales de diálogo abiertos con el Kremlin sobre Siria, en un momento en que el Gobierno de David Cameron intenta recabar el apoyo parlamentario para extender su campaña de ataques aéreos contra Estado Islámico a territorio sirio. «No hemos debatido con Rusia las operaciones militares contra Estado Islámico», aseguró en Londres Michael Fallon, ministro británico de Defensa, quien no dudó en criticar agriamente el reforzamiento de las capacidades militares rusas en el país árabe en guerra. «Las acciones rusas complican aún más una situación ya de por sí difícil», aseguró. Los países del Golfo, que defienden la marcha de Asad, fueron, de lejos, las voces más críticas.