ELECCIONES PRESIDENCIALES EN BRASIL
Rousseff y Neves llegan empatados a la recta final
Miles de banderas azules ondeando junto a las líneas dibujadas en el suelo del paseo de Copacabana, la mítica playa de Río de Janeiro. Como si se tratase de un anuncio televisivo, la cuidada escenografía del acto de campaña del candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Aécio Neves, intentó vender a los cariocas su cuidado producto electoral. Adalid del cambio y la renovación ética que según él «Brasil necesita», el sonriente economista volvió a las playas en las que pasó su juventud surfeando, aunque esta vez con el objetivo de cerrar su negocio más osado. Pero por bien elaborado que esté el márketing del aspirante, lo cierto es que los motivos para el optimismo son cada vez menores.
A falta de poco menos de una semana para la celebración de la segunda vuelta de las presidenciales en Brasil, el próximo domingo 26 de octubre, las encuestas se mantienen estancadas en el empate técnico entre la presidenta Dilma Rousseff y el candidato Aécio Neves. Con el 51% que le otorgó esta semana la encuesta de intención de voto de Datafolha, el líder del PSDB no ha conseguido su objetivo de destacarse claramente sobre su rival del Partido de los Trabajadores, con el 49%. Incapaz de continuar con su meteórico ascenso en la primera vuelta, ni de sacar partido a su alianza con Marina Silva, parece que los argumentos del 'tucán', como se conoce a los miembros del PSDB, son cada vez menores.
SIMBOLISMO
Ni siquiera su gran carta bajo la manga, la corrupción, parece estar en la recta final del lado del 'niño bien' de la política brasileña. Este fin de semana, en un discurso cargado de simbolismo, la presidenta Dilma Rousseff reconoció, por primera vez y sin artificios, lo que no ha querido hacer durante toda su campaña. «Si hubo desvío de dinero público de Petrobras, queremos que sea devuelto», declaró Rousseff, para de inmediato corregir: «Si hubo, no. Hubo». El vídeo grabado desde el Palacio de la Alvorada, residencia oficial de la presidenta en Brasilia, llega en un momento clave en la carrera electoral, pues su reconocimiento de los problemas en la petrolera semiestatal echa por tierra toda la estrategia de ataques a la corrupción de su rival Aécio Neves.
Las últimas declaraciones del encarcelado exdirector de la compañía Paulo Roberto Costa señalando al expresidente del PSDB, Sérgio Guerra, como receptor del dinero público desviado a través de la red de corrupción que operaba en Petrobras ha sido clave. La bandera de la ética, que Aécio Neves ha atizado durante toda la campaña contra Rousseff, no podrá ser enarbolada en la última semana de las elecciones.
ALTOS CARGOS
«En Brasil nadie tiene la primacía sobre la bandera de la ética», recalcó Rousseff, que con esta maniobra refuerza la idea de que durante su Gobierno han habido más altos cargos juzgados por corrupción que en toda la historia del país. «Haré todo lo que esté en mis manos para resarcir a Brasil», concluyó la presidenta en su mensaje con la firmeza que la caracteriza. En este punto, cabe recordar que solamente en sus primeros 11 meses de Gobierno, Rousseff se deshizo de seis de sus ministros acusados por el escándalo de sobresueldos del 'Mensalao'. Un asunto que, por otra parte, el PSDB jamás ha querido recordar a pesar de su implicación en el estado de Minas Gerais.
«Con este movimiento el PT neutraliza las dificultades que Rousseff había encontrado con el tema de la corrupción en los debates. La estrategia ahora es la de igualar las condiciones del debate ético entre el PT y el PSDB», escribió en su blog del diario 'O Globo' el periodista Gerson Camarotti. Mientras tanto, y con los deberes hechos, la presidenta se permitió el sábado cancelar sus actos de campaña en Río de Janeiro para descansar y preparar su tercer debate televisivo, que se celebró en la noche de ayer. Un intensísimo debate que, sin duda, fue seguido de cerca por el Tribunal Superior Electoral (TSE), que, debido a la dureza de los ataques personales entre los candidatos, se ha visto obligado a intervenir incluso censurando parte de las respectivas propagandas electorales. Prueba de ello es la prohibición al Partido de los Trabajadores de utilizar en su propaganda electoral la construcción de un aeropuerto por parte de Neves, cuando era gobernador de Minas Gerais, en las tierras de su tío. Una costumbre que recuerda a la practicada por algunos políticos ibéricos y que en Brasil encuentra su parangón en el PSDB, partido que a pesar de llamarse socialdemócrata representa la derecha tradicional.
Apenas queda una semana para que los 142,5 millones de brasileños vuelvan a acudir a las urnas y todo sigue abierto. La última maniobra de Rousseff ha cortado de raíz los pocos argumentos de peso que le restaban a Neves y la ínfima distancia entre ambos no permite realizar apuestas. Como dos bloques irreconciliables, los partidarios de la continuidad y los abanderados del cambio se lo juegan todo esta semana. Con un 2% de diferencia en las encuestas, el 9% de indecisos será clave para decidir quién conducirá la mayor economía de Latinoamérica en los próximos cuatro años.
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