INQUIETUD EN FRANCIA

El reto de los revoloteos

El Gobierno francés analiza sistemas para interceptar el vuelo de los aparatos

EVA CANTÓN / PARÍS

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El cielo de París ha recibido esta semana la visita de no pocos objetos volantes, fenómeno al que los parisinos empiezan poco a poco a habituarse. Los misteriosos drones, unos aparatos de no más de 80 centímetros que vuelan a una altura de entre 100 y 300 metros, han dejado una estela de preocupación en las autoridades y la certeza de que los revoloteos nocturnos volverán a repetirse.

La primera señal de alarma se desató en octubre de 2014, cuando se detectó el vuelo simultáneo sobre 17 de las 19 centrales nucleares que tiene Francia. Ayer mismo, el objetivo fue la central de Saint Aban, en el sureste del país. Sin embargo, EDF, principal gestora del parque nuclear francés, descarta «impacto alguno sobre la seguridad» de sus instalaciones.

«Desde su origen, las centrales nucleares francesas fueron concebidas con unas medidas de protección capaces de hacer frente a amenazas externas mucho más importantes que las de un dron, medidas que son regularmente revisadas y reforzadas», señaló a este diario una portavoz de la compañía. Sin embargo, a pesar de haberse descartado el móvil terrorista en el caso de los drones, no desaparece la inquietud en un país que acaba de prolongar el impresionante operativo de seguridad desplegado el pasado enero tras los atentados contra Charlie Hebdo.

MULTA DE MIL EUROS

Sin más detenciones que la de un periodista de la cadena árabe Al-Jazira, a quien se le confiscó el aparato y se le multó con 1.000 euros tras haber sido pillado in fraganti en el Bosque de Boulogne, cerca de París, el Gobierno parece ahora centrado en un objetivo distinto: combatirles en su propio terreno.

Cañones de agua, sistemas de interferencia y nuevos radares son algunos de los métodos anti-drones que analiza la secretaría general de Defensa y Seguridad Aérea, organismo dependiente del primer ministro. Se trabaja, además, en el capítulo de la regulación de los permisos a la vista del aumento exponencial de solicitudes de explotación de este tipo de artilugios.

«Como toda reglamentación, la actual está llamada a evolucionar y, en este contexto, hay una reflexión en marcha lanzada en el verano de 2014 que tendrá sin duda en cuenta los retos que plantean los últimos acontecimientos», admiten a EL PERIÓDICO fuentes de la Dirección General de la Aviación Civil (DGAC).

Esta instancia es la encargada de emitir el informe técnico aconsejando o desaconsejando el permiso de explotación sobre el que la prefectura de Policía tiene la última palabra cuando se trata de artefactos de más de dos kilos.

En cualquier caso, los cada vez más numerosos amateurs son aleccionados por los vendedores y pr publicaciones especializadas, como la web Helicomicro, que ofrece de manera visible el decálogo de lo que se puede y lo que no se puede hacer con un dron.

PRÁCTICA COMÚN

«Se les deja claro que no pueden volar encima de las personas, que está prohibido usarlos en las manifestaciones, sobre los colegios, autopistas, aeropuertos y menos en centrales nucleares», explicaba por su parte en France Info Nicolas Halftermeyer, de la empresa Parrot, uno de los mayores vendedores de drones de la capital francesa.

Sin embargo, en París los vuelos nocturnos son una práctica común, como se observó a principios de esta semana en lugares tan estratégicos como la Embajada de Estados Unidos, el Elíseo o la Torre Eiffel. Además, los cientos de vídeos on line colgados por los turistas hacen sospechar que su uso está lejos de ser una excepción.