Victoria aplastante de la oposición al chavismo en Venezuela

La MUD obtiene 99 escaños de la Asamblea, mientras que los representantes del chavismo no pasan de 46

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ABEL GILBERT / CARACAS / Enviado especial

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La oposición de Venezuela ha obtenido una victoria histórica en las elecciones de este domingo. La Mesa de Unidad Democrática, que agrupaba las principales formaciones de la oposición, ha obtenido 99 escaños, mientras que el chavismo se ha quedado en 46. Aún quedan 19 asientos en la asamblea por dilucidar. Las cifras han sido hechas públicas en rueda de prensa por Tibisay Lucena, rectora del Consejo Nacional Electoral. 

La “pesadilla” que tanto temió Nicolás Maduro y con la que trató de galvanizar a su dispersa base social, se hizo realidad en la noche de Caracas cuando, después de casi tres horas de incertidumbre, la Comisión Nacional Electoral (CNE) anunció la derrota del chavismo en la contienda que permitirá la renovación completa de la Asamblea Legislativa. La Mesa de Unidad Democrática (MUD) se ha quedado con 99 de los escaños y casi dos tercios del Congreso. El chavismo sufrió una paliza sin precedentes: tendrá apenas 46 escaños. 

Quedaban todavía en discusión las bancas restantes pero eso ya no cambia el curso de los acontecimientos: Venezuela entra en un nuevo momento de su vida política. Puede ser el principio del fin de un ciclo hegemónico de 17 años en el que instaló la certeza de la imbatibilidad bolivariana, o apenas un indigesto paréntesis para la fuerza que se ha propuesto refundar el país. “Triunfo circunstancialmente una contrarevolución en puertas”, dijo un Maduro demacrado. 

Maduro, piloto de tormentas heredadas, inducidas y también autoinflingidas, debió haber intuido muy temprano que la distancia entre la realidad y los deseos era abismal: “lo que diga el Poder Electoral, a la hora que lo diga, para nosotros será santa palabra”. La “hora” en que lo dijo permitió inferir a los analistas que entre el conocimiento de la tendencia irreversible del escrutinio y la admisión de los hechos ocurrió algo. En Caracas se habló de conversaciones entre las partes, pero también de una mayúscula sensación de desconcierto en un Gobierno cuyo silencio no hizo más que confirmar el cimbronazo mayúsculo. “Le planteamos al país una ruta y el país tomó una decisión clara, indiscutible, no hay forma de seguir extendiendo los resultados, de que este parto salga. Hemos hecho historia. Vencimos todos los obstáculos a pesar de la campaña más injusta de la historia”, dijo Freddy Guevara, uno de los referentes de la MUD. El sobrentendido no tuvo respuestas oficiales inmediatas.

PASADA LA MEDIANOCHE

A las 0.30 de hoy, la CNE informó finalmente lo que intuía. Su presidenta, Tibisay Lucena, llegó a la rueda de prensa. Bebió un sorbo de agua, acomodó su silla, abrió la carpeta y dijo: “fue una gran jornada de la democracia, el pueblo tiene un espíritu de gran pacifismo. Las venezolanas y venezolanas se expresaron, tomaron su decisión”.

Todos querían saber los números. Lucena prolongó el suspense unos minutos con felicitaciones a todos los funcionarios electorales y a los observadores internacionales. “Los ganadores deben celebrar y  a los que han perdido les damos también las felicitaciones”. 

Enseguida habló Maduro por televisión. “Hemos venido con nuestra moral a reconocer los resultados adversos, a aceptarlos y a decirle a Venezuela que ha triunfado la democracia”. Con el cuadro de Bolívar a su espalda añadió: “quiero decirle al amado pueblo que es heroico que hayamos tenido la votación que tuvimos luego de lo que se nos ha hecho padecer”. Maduro dijo: “ha triunfado la guerra económica, una estrategia para minar confianza, ha triunfado circunstancialmente el estado de necesidades creado por un capitalismo salvaje de esconder, productos, encarecerlos. América Latina conoció experiencias pasadas, Guatemala, Chile, el Chile de Salvador Allende”.  Y reiteró: perdimos “por ahora”. 

A pesar de los resultados “circunstancialmente adverso” podemos “canalizar pacíficamente” el conflicto con la “burguesía parasitaría”. Maduro aseguró que no se “detendrán” los proyectos sociales. El futuro Congreso pondrá a prueba su tenue optimismo: la MUD podrá aprobar presupuestos, enmendar leyes, decretar amnistías políticas y promover la investigación de funcionarios.

ADMINISTRAR LA VICTORIA

Ocho años atrás, Hugo Chávez perdió una consulta popular en la que los venezolanos. Aquel 2007, los venezolanos rechazaron que se habilitara la reelección presidencial continua. Hubo, aquella vez, una alta abstención. Entonces, Chávez consideró que no tenía sentido tapar el sol con un dedo. Reconoció de inmediato su fracaso y le recomendó a los adversarios que supieran administrar el triunfo. Maduro repitió esas palabras y dijo que habían recibido una "bofetada" electoral. A la oposición le toca ahora asumir otro protagonismo. Su victoria electoral de ayer  es de otra relevancia y se da en el marco de un elocuente cambio de signo político en la región. Ese deslizamiento ha comenzado en Argentina de la mano del empresario de derechas, Mauicio Macri. Por primera vez, la MUD puede pasar a la ofensiva e incidir en el curso de los acontecimientos. María Corina Machado, la voz del sector más duro y conservador de la coalición opositora, lo había anticipado e intuido en horas de la mañana del domingo: “este voto va más allá del nuevo Parlamento. La mayoría definirá el futuro y destino del régimen actual”.

Hace 17 años, Chávez entraba en la gran escena venezolana. Venezuela vivió años de bonanza gracias al precio del petróleo. El chavismo repartió panes y peces pero nunca resolvió su problema fundamental de la diversificación productiva. Los pilares de la Venezuela saudita no solo no fueron tocados: se agravaron. El precio del crudo ha caído de manera drástica, el país no pudo recuperarse de los efectos de la crisis financiera de 2008 y el castillo de naipes providenciales se ha venido en parte abajo.  El Gobierno ha hablado de una “guerra económica” y una conjura internacionales. Los vencedores, que han moderado aunque sea por razones de coyuntura su estilo, depurando a ese espacio de la fraseología más irritante, tienen otro diagnóstico: las razones de este giro del electorado habría que encontrarlos en el cansancio, en los efectos de una crisis que ha castigado a los más pobres, en la ineficiencia, el autoritarismo y la corrupción.

La nueva Asamblea entrará en funciones a principios de enero. El resultado indica que el número dos del chavismo, Diosdado Cabello, abandonará  la presidencia de la legislatura. Cabello, y el sector militar que encabeza, son los grandes derrotados de la jornada. Le serpa muy difícil seguir disimulando su distanciamiento de Maduro. La suerte del presidente se dilucidará en breve.

LOS DESAFÍOS POST ELECTORALES

En el marco de la nueva relación de fuerzas que se vislumbra en Venezuela,  al Gobierno y la oposición enfrentan el mismo dilema post electoral.  La distorsión de precios ha convertido a la economía en una bomba de tiempo: el ajuste parece ser inexorable. La discusión girará en adelante alrededor del sector que pagará los mayores costos.

 “En Venezuela quedarán derrotados los extremos: los únicos que deben sentir miedo es la pequeña cúpula. Todos esperamos que la Nueva Asamblea signifique solución a la crisis”, dijo el líder opositor, Henrique Capriles.  El diario El Nacional, insospechado de tener simpatías por el chavismo, pidió, frente a las circunstancias, encontrar un mínimo de consenso entre aquellos que están de uno y otro lado de la línea divisoria. En su editorial de ayer, El Nacional llamó a “hacer el esfuerzo para tratar de entendernos, sin que se nos acuse de débiles e ingenuos”. Hay que armarse de “valor y pensar, en medio de tanta indignación y de furia contenida, si a estas alturas es posible distinguir en medio de la ceguera política, algunos puntos de coincidencia”. Para El Nacional, “ningún venezolano, sea oficialista o de oposición, desea la violencia, la inseguridad, el narcotráfico, la corrupción, la violación de los derechos humanos y la  escasez de alimentos y medicinas, o las universidades cerradas”.