LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA

Trump promete atizarle más duro a Clinton en el próximo debate

La candidata demócrata estuvo mejor y consiguió poner a su rival a la defensiva

Trump y Clinton se saludan al final del primer debate de candidatos, el lunes en Nueva York.

Trump y Clinton se saludan al final del primer debate de candidatos, el lunes en Nueva York. / periodico

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON / IDOYA NOAIN / HEMPSTEAD

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Donald Trump llegó al primer debate con el viento a su favor, después de haber remontado en las últimas semanas la ventaja que Hillary Clinton le sacaba en las encuestas, pero cuando salió de la universidad neoyorkina de Hofstra su momento se había esfumado. Hay unanimidad en la prensa estadounidense: la demócrata fue mejor, estuvo más agresiva, preparó el debate a conciencia, nunca perdió los nervios y tiró infinidad de carnada que Trump recogió como un perro bobo para flagelarse él mismo atrapado en el cepo. El animal televisivo perdió muchas ocasiones para sacarle los trapos sucios a su rival, a la que, no obstante, culpó con brocha gorda de casi todos los males de la humanidad. Aun perdiendo claramente a los puntos, el republicano no llegó a morir noqueado en la lona.  

Todo empezó con extrema cordialidad: apretón de manos y cruce amistoso de saludos (“¿Cómo estás Donald?”, “Bien, Hillary”), lo que es de por sí reseñable en esta campaña tan negativa. Trump salió comedido, muy alejado del energúmeno de las primarias, pero apenas tardó 10 minutos en encenderse, gesticulando con las manos, interrumpiendo y entrando al trapo inexplicablemente. “No lo dije, no lo dije”, respondió cuando Clinton le recordó aquella frase suya de que “el cambio climático es un timo inventado por los chinos. Peor fue cuando ella le acusó de haber jaleado el hundimiento del inmobiliario durante la crisis del 2008. “Eso se llama hacer negocios”, dijo Trump sin ninguna vergüenza.

Choque de temperamentos

No fue una discusión meramente política, a pesar de que el debate transitó sobre los grandes temas de la actualidad, como el comercio y el empleo, la ciberseguridad o la política exterior. Interesaba ver el choque de temperamentos, y Trump demostró una vez más que tiene dificultades para contener sus impulsos y sortear controversias en las que no tiene nada que ganar. Tedioso y enrevesado fue su intento de negar que nunca apoyó la guerra de Irak o de enterrar “la mentira racista” con la que lanzó su carrera política, en palabras de Clinton, aquel bulo que negaba que el primer presidente negro de Estados Unidos hubiera nacido en el país. Ambos ataques eran previsibles pero demostró no haber preparado en exceso el debate. Cada vez que atacaba a su rival, la exsecretaria de Estado sonreía como en un anuncio, contando hasta diez, atemperando las emociones.

Trump tuvo sus buenos momentos al hablar de los estragos causados por los acuerdos de libre comercio en la América industrial. Y pintó a Clinton como una dirigente de salón que habla ahora de solucionar ciertos problemas cuando los habría ignorado durante 30 años de carrera política. “Típica política. Todo palabras. Nada de acción”, le espetó. Más inexplicable fue que apenas hiciera sangre del asunto de los emails, que ignorara completamente su faltada contra la mitad de los votantes de Trump, los famosos “deplorables” o que no entrara en los conflictos de intereses de la Fundación Clinton. “Probablemente le atizaré más duro la próxima vez”, dijo este martes como reflexión tras el debate.

Infidelidades y misoginia

El magnate inmobiliario había prometido sacar a relucir las infidelidades de Bill Clinton si ella le atacaba con sus catálogo de lindezas misóginas. “Este hombre ha llamado a las mujeres cerdas, gusanas y perras”, le dijo Clinton antes de recordarle cómo humilló en su día a la Miss Universo venezolana Alicia Machado, llamándola “Miss Piggy” y “Miss Ama de Casa”. “Realmente me contuve porque no quería herir los sentimientos de nadie”, ha explicado Trump en Fox News, añadiendo que no sacó los líos de faldas del expresidente porque su hija Chelsea estaba entre el público.

“Trump presentó sus argumentos para el cambio, pero lo hizo con un estilo de trabuco que dejará a los electores preguntándose si sabe lo suficiente para el cargo”, escribió el Wall Street Journal, el diario conservador de finanzas. El Washington Post fue más concluyente: “El primer debate demostró de nuevo que solo uno de los candidatos está preparado para ser presidente”, rezaba el título de su editorial, refiriéndose, claro, a Clinton.

Los analistas han determinado que el republicano dijo más falsedades durante el debate que su rival, quien se presentó a sí misma como una mujer de orígenes humildes, defensora de la clase media, mientras pintaba a Trump como un privilegiado que empezó su carrera con los millones prestados por su padre y que pretende gobernar para los ricos.

Al final, tras 90 intensísimos minutos, los dos estuvieron de acuerdo en algo. Uno y otro han dicho que respetarán la decisión que salga de las urnas el 8 de noviembre. Y eso, pese al debate, sigue siendo una incógnita.