Violencia en un país europeo

Refugiados en la fe

El conflicto en el este ha provocado un aumento del número de creyentes y ha exacerbado la división entre las ramas ortodoxas

IRENE SAVIO
DONETSK

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Encapsulado en su hábito negro y vistosos atavíos dorados, el pope Dmitry reparte bendiciones desde la catedral ortodoxa de Pokrovsky, en los suburbios de Donetsk, epicentro de la revuelta prorrusa del este ucraniano. Cuando ya ha pasado más de una hora, al anciano sacerdote todavía le faltan varios santiamenes y una cola de babuskas (abuelas) en espera. «¿Qué tenemos que hacer con lo que está pasando?», le preguntan. «Es una agresión», responde críptico.

En medio de la disputa con Rusia, a los eclesiásticos debe de parecerles un milagro lo que ha surgido del conflicto en Ucrania. El porcentaje de ucranianos que se declaran creyentes ha pasado del 67% del 2013 al 76%. «La razón es que en los tiempos difíciles la gente se acerca más a Dios y las iglesias son las instituciones más respetadas en Ucrania», argumenta Andriy Bychenko, director del Centro de Sociología del Instituto Razumkov de Kiev.

El padre Dmitry y su colega Roman, que regentan este templo de ortodoxos fieles al Patriarcado de Moscú, parecen tener conciencia de ello. Explican que los feligreses cada vez vienen más y les piden consejos. Lo hacen incluso los nuevos amos de Donetsk, los rebeldes prorrusos que, desde hace más de un mes, dictan la ley y el orden por estos pagos.

Cristianismo de siempre

No es la primera vez que la religión experimenta una primavera en Ucrania. A pesar del ateísmo soviético —Stalin derribó cientos de iglesias en la URSS-, el cristianismo en Ucrania se remonta a la conversión del príncipe Vladímir de Kiev en el año 988 y nunca ha dejado de influir en la sociedad. De ahí que los cristianos sean hoy la comunidad religiosa más grande-el 97%, según estimaciones—, en su mayoría pertenecientes a la Iglesia ortodoxa.

La novedad es que ahora, primero a causa de la anexión rusa de Crimea y ahora por la crisis en el este, las viejas rivalidades han vuelto a florecer, enfrentando a las más grandes ramas de la Iglesia ortodoxa presentes en el país. Por un lado, la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, creada en 1990, que tiene presencia en el este rusoparlante y que obedece al patriarca Cirilo de Moscú. Por el otro, el patriarcado de Kiev, creado en 1992 y liderado por el primado Filaret, fiel a Kiev.

«¿Cómo dialogar cuando hay tropas y tanques rusos? Ese diálogo es solo beneficioso para el agresor. Nosotros rechazamos ese diálogo», llegó a decir Filaret el pasado 14 de mayo. «Filaret no representa a nadie», afirma el padre Dmitry.

En Ucrania, la división religiosa refleja la división del país entre prorrusos y proucranianos.