La rabia crece en EEUU

Nueva Jersey  3Un  manifestante clama contra la brutalidad policial en una manifestación.

Nueva Jersey 3Un manifestante clama contra la brutalidad policial en una manifestación.

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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La columna de manifestantes marchó por una de las avenidas de la capital hasta llegar a las puertas de un supermercado Walmart, uno de los símbolos de la América corporativa. «Cerradlo», empezaron a gritar algunos, repitiendo una de las divisas adoptada en las redes sociales para propagar las protestas. Una mujer negra se encaró al guarda de seguridad. «Las vidas de los negros importan», clamó. Nadie cruzó la puerta ni arremetió contra las cristaleras. En su lugar, llamaron a boicotear el Black Friday, la orgía consumista que sigue al Día de Acción de Gracias. «No les importa la gente pequeña, lo único que entienden es el color del dinero», dijo Kim Cohen, un ama de casa de 58 años.

El fallo del gran jurado de Ferguson (Misuri), con la absolución del policía blanco Darren Wilson, que no tendrá si quiera que ir a juicio tras matar a balazos al adolescente negro y desarmado Michael Brown, ha generado una ola de indignación en Estados Unidos. Por segundo día consecutivo, las manifestaciones se sucedieron en todo el país, con movilizaciones en cerca de 170 ciudades y pueblos, nada desdeñable en un país donde las protestas suelen estar muy localizadas y raramente alcanzan dimensión nacional. En algunas capitales cortaron el tráfico; en otras, simularon ser víctimas de homicidios tumbándose en el suelo con los brazos abiertos; en casi todas, reclamaron un boicot al Black Friday, y en Oakland, la ciudad portuaria de la bahía de San Francisco, se repitió el saqueo de comercios y los destrozos de coches de policía.  Mucho más tranquila fue la noche en Ferguson, después de la anarquía de la víspera, cuando se hizo público el fallo.

«El veredicto muestra la cultura imperante en este país, donde los negros tenemos que ser individuos perfectos, casi ángeles, para obtener justicia», decía el veinteañero Ben Carlton, diseñador de páginas web, en la marcha de Washington. «Brown no era un ciudadano modélico, pero es injustificable que recibiera seis disparos por robar tabaco».

SIN LA VERDAD

Al hermano de Cassie, una profesora negra de 20 años, lo mataron en un tiroteo, pero la familia nunca supo quien lo hizo porque la investigación se cerró a las primeras de cambio. «Quiero que las cosas sean diferentes cuando mi hijo tenga 14 años», expuso entre cánticos de Manos arriba, no disparen. «Si Brown hubiera sido blanco no lo hubieran matado», afirmó.

Es difícil hacer una radiografía precisa de los muertos que dejan los encontronazos con las fuerzas del orden porque los datos de algunos departamentos están incompletos o son inexistentes. Pero según un reciente análisis de Propublica, que se apoya en más de 12.000 homicidios recogidos en un informe del FBI, los adolescentes negros (15 a 19 años) tienen 21 posibilidades más de morir a manos de la policía que los blancos.

Las protestas de estos días traspasan las líneas raciales y políticas. Entre las más de 2.000 personas que marcharon en la capital había muchos blancos y algunos hispanos y asiáticos. En varias camisetas se leía la revolución de Rand Paul, uno de los republicanos que abandera la reforma del código penal. «Estoy contentos de que al final se haya abierto una conversación productiva sobre la desigualdad racial», afirmó Matt Peckarsky, un consultor político, blanco y de 32 años.

Peckarsky puso como ejemplo la situación en las prisiones, donde los negros son el 37% de los reclusos pese a representar el 13% de la población de EEUU. «Nos orgullecemos de nuestras libertades, pero no todos los que viven aquí pueden disfrutarlas de la misma manera». La marcha por el centro de la ciudad fue muriendo después de dos horas. A lo lejos quedó un hombre viejo de barbas largas y una pancarta. «Por qué a los policías homicidas se les castiga con una baja administrativa en lugar de la pena de muerte?», decía.