EL DRAMA HUMANO

¿Qué futuro daré a mis hijos?

Miles de familias de Gaza han perdido su casa y todas sus pertenencias en la guerra y no saben cómo volverán a empezar de cero Casi 10.000 viviendas han quedado inhabitables

Una columna de humo se eleva sobre la ciudad de Rafá, en el sur de la franja de Gaza, tras un bombardeo israelí, ayer, tras la ruptura de la tregua.

Una columna de humo se eleva sobre la ciudad de Rafá, en el sur de la franja de Gaza, tras un bombardeo israelí, ayer, tras la ruptura de la tregua.

ANA ALBA
GAZA

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Ghasan Sabri Abu Jusa llegó a la Escuela Elemental de Chicos Nueva Gaza el 14 de julio después de que el Ejército israelí bombardeara su casa y todo su vecindario en Beit Lahia, en el norte de la franja. Buscó refugio en este colegio de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) con su esposa y sus cinco hijos. Cuando llegó el primer alto el fuego, la familia volvió al barrio para ver el estado de su vivienda y se encontró con la horrible sorpresa de que había sido destruida. «Solo quedan escombros. Hemos perdido la casa, todo lo que contenía y el coche. Soy taxista y mi coche era mi medio de trabajo, no sé qué haré para ganarme la vida», explica Ghasan, que en 2004, durante la segunda intifada, perdió su hogar y su cosecha.

«Cuando esta guerra se acabe, no sé qué haremos ni a dónde iremos porque no tenemos nada y tampoco puedo pedir ayuda a mis familiares, que están en las mismas condiciones. Tengo cuatro hijos en edad escolar y no sé dónde podrán estudiar ni qué futuro les voy a dar», indica. «Pero ahora solo pienso en que se acabe la operación militar. Estamos las 24 horas pegados al televisor», dice Ghasan. Mientras pronuncia estas palabras, llega el aviso de que se han lanzado tres cohetes des de Gaza sobre Israel y la tregua se ha roto. La desesperación vuelve a marcar su rostro.

«Antes de la guerra fumaba un paquete de cigarros al día, ahora cuatro», confiesa mostrando una cajetilla casi vacía. «Cuando miro al patio de este colegio, me siento como en una cárcel», señala Ghasan, de 37 años.

Él y su familia conviven en la escuela con 1.500 personas más. El ministro palestino de Economía, Mohamad Mustafa, destacó que «5.238 viviendas han sido destruidas por completo en Gaza, 4.374 han sufrido daños muy severos que las hacen inhabitables y 30.000 han resultado dañadas pero aún son habitables».

El curso escolar debería de empezar a principios de septiembre, pero según un psicólogo del equipo del colegio Nueva Gaza, las autoridades de Educación «han informado de que hasta que no termine la guerra no empezará el curso, así que los refugiados estarán aquí». Luego serán probablemente reubicados en casas prefabricadas o tiendas de campaña, según comentan los directivos de algunos centros de la UNRWA, donde la convivencia se complica cada día, pero las condiciones «han mejorado», cuenta el psicólogo.

«Se han producido algunos altercados y peleas entre refugiados o quejas al personal de la UNRWA. Es lógico, hay mucha gente en un espacio pequeño. En las habitaciones suelen acomodarse entre 30 y 40 personas, pero hay algunas de 60 y una de 120», afirma el psicólogo.  «La higiene y las cuestiones de salubridad han avanzado, al principio detectamos personas con problemas de piel, pero ahora la salud es mucho mejor. También distribuimos más raciones de comida gracias a la colaboración de algunas oenegés», asegura. H