DISCURSO SOBRE EL ESTADO DE LA UNIÓN

El pulso progresista de Obama ilusiona a la izquierda de EEUU

Barack Obama, durante su intervención ante el Congreso.

Barack Obama, durante su intervención ante el Congreso.

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Si es cierto lo de más vale tarde que nunca, para la izquierda de EEUU la sensación de logro alcanzado y de esperanza llegó el martes. Cuando Barack Obama ofreció su discurso sobre el estado de la Unión se presentó como el presidente que las bases y muchos legisladores del Partido Demócrata han esperado desde que ganó en el 2008: ambiciosa y decididamente progresista, optimista y orgulloso de sus políticas y libre ya de la utopía del pospartidismo.

Ese sueño ha frenado a Obama desde el 2009 tanto o más que la crisis económica que el martes dio por superada y se ha vuelto pesadilla con un Partido Republicano radicalizado a la derecha. Justo cuando los conservadores han retomado todo el Congreso, cuando tiene casi nulas posibilidades de sacar adelante nada por consenso --más allá de la autoridad para sellar acuerdos de libre comercio con la Unión Europea y Asia--, Obama opta por el desafío.

EL PRESIDENTE DEL PUEBLO

Seguro de sí mismo y elocuente, Obama presentó una agenda acorde a su ideología, basada en el estado de bienestar y en una justicia redistributiva que ayude a las clases medias y trabajadoras en asuntos tan esenciales en otros países desarrollados como las bajas por maternidad o por enfermedad o el acceso a la educación universitaria pública. Y entró de lleno en su discurso el mensaje de defensa del ciudadano frente a los grandes, la denuncia de la peligrosa y creciente desigualdad y la defensa de sueldos igualitarios o subidas del salario mínimo, temas de los que han sido abanderados movimientos como Ocupa Wall Street o la senadora Elizabeth Warren.

Fue el primer mandatario, por ejemplo, que mentó a los «superricos» (para criticar sus ventajas fiscales) y a bisexuales y transexuales, ampliando la lucha por la igualdad. Defendió el matrimonio gay e hizo prioridad la lucha contra el cambio climático, atacando sardónicamente a los negacionistas.

EL PATO MENOS COJO

Obama confirmó su rechazo a convertirse en un inútil 'pato cojo', el estatus que se le presupone tras los resultados de noviembre, que quizá hubieran sido distintos si los demócratas se hubieran apoyado en este líder ambicioso. En cualquier caso, el martes recordó su nueva determinación, repasando acciones ejecutivas recientes para reformar las leyes de inmigración y restablecer relaciones con Cuba y prometiendo defenderlas con  su poder de veto si los republicanos intentan frenarlas en el Congreso.

Hizo lo mismo con leyes ya aprobadas, como su reforma sanitaria, y con su apuesta por la diplomacia en las negociaciones con Irán, uno de los aspectos de política exterior que mencionó en un discurso inusualmente poco enfocado en ese refugio habitual en los finales de mandato. En los 10 minutos que dedicó a ese área en una hora, anunció que buscará autorización del Congreso para usar la fuerza contra el Estado Islámico, pero confirmó que tras las «costosas lecciones» de Irak Afganistán opta por evitar guerras.

Obama --que ratificó también su reto a los republicanos centrando la tradicional gira posterior al discurso en estados conservadores (Idaho Kansas)-- ha abierto una nueva fase en su presidencia, llena de señales de hacia dónde busca dirigir su legado pero también con intención de marcar la agenda política del debate y la campaña para sucederle. Difícilmente Hillary Clinton, si llega a presentarse, pueda virar hacia el centro alejándose de sus propuestas económicas. Mientras, y por más que el Partido Republicano haya criticado duramente el discurso y el tono, los múltiples aspirantes conservadores han empezado ya a centrar su mensaje en la clase media y la denuncia de la desigualdad.