TRAGEDIA AÉREA EN LOS ALPES

"Hay que sacar la pena"

Los psicólogos que atendieron a los familiares de los fallecidos en el accidente de Spanair aconsejan exteriorizar el dolor La comunicación de las muertes fue un desastre en Madrid

Asistencia 8 Miembros de la Cruz Roja, ayer en El Prat, dispuestos a atender a los familiares de las víctimas.

Asistencia 8 Miembros de la Cruz Roja, ayer en El Prat, dispuestos a atender a los familiares de las víctimas.

MANUEL VILASERÓ / MADRID

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La tarde noche del 20 de agosto del 2008 Spanair reunió en Barajas a los familiares de los pasajeros del vuelo que se acababa de estrellar en las pistas y les comunicó a través de un altavoz la lista de fallecidos. "Se enteraron delante de todo el mundo de que sus seres queridos habían muerto y ni siquiera les dijeron qué tenían que hacer a partir de entonces. Fue una mala gestión". Quien lo cuenta es Mónica Pereira, miembro del grupo de emergencias del Colegio de Psicólogos de Madrid, que acudió a atender a los familiares en Ifema, los tanatorios y los hoteles donde se alojaban, una vez se les había comunicado ya la fatal noticia.

La comunicación de Barajas la llevó a cabo la compañía área a través de su aseguradora y fue, al parecer, todo lo contrario de lo que mandan los manuales. "Es muy importante preservar la intimidad en el peor momento, cuando se recibe el impacto de la noticia y te niegas a creerlo", señala Pereira, para quien la política de Germanwings de comunicarlo a las familias una a una antes de facilitar la lista ha sido la adecuada.

¿Qué hace un psicólogo en una situación así? La principal recomendación que se hace a los afectados es que "exterioricen su pena, su rabia, el enfado, que lloren, porque si se la quedan dentro se tardará más en superarla". Es una etapa que hay que superar y, cuanto antes se haga, mucho mejor.

Lo que está por llegar

También se les advierte de lo que les espera. Adelantarles que pueden sufrir pesadillas, flashbacks, insomnio, que van a estar más sensibles ante cualquier alteración. Decirles que no se asusten cuando les ocurra porque incluso es positivo. Forma parte del proceso natural que debe llevar a la normalización, al fin del duelo.

Lo más difícil para Pereira fue convencer a las familias de que no debían ver los restos de los seres queridos. "Varias se negaban a creer que estaban muertas. Necesitaban ver sus cuerpos y nuestra tarea era convencerles de lo contrario, que lo mejor era conservar el recuerdo de cuando estaban vivos. Teníamos que lograrlo, además, sin ser demasiado explícitos. Algunos cuerpos estaban tan desfigurados que ni siquiera parecían personas", recuerda con pena. Lo consiguió con todas, salvo con una que por su religión necesitaba realizar un ritual de despedida con el cuerpo. Al final lograron que lo pudiera llevar a cabo sin llegar a ver el cuerpo.

Cada familia requiere una atención diferente. En algunos casos prefieren no recibir la ayuda de los psicólogos. A estos se les brinda la posibilidad de tenerlos a mano siempre que quieran, lo que a veces es suficiente. En el otro extremo está la persona que no logra superarlo por más que pasen los años. Pereira topó con un caso así. "Sufría la imposibilidad de adaptarse a la vida sin su ser querido. Es un duelo abierto que no se acaba de cerrar", advierte.

Los largos procesos judiciales (algunos familiares de Spanair aún están pendientes de recursos ante el Supremo) y la atención mediática dificultan el cierre del duelo. "Imagínese el día que pasarán los afectados de Barajas cuando vean las noticias en las televisiones y ojeen los periódicos. Volverán a vivir otra vez su tragedia", lamenta.