Elecciones presidenciales argentinas

Guía para entender las elecciones argentinas

El país decide el domingo el relevo de Cristina Fernández

Presidential candidate Scioli and Argentina's President Fernandez de Kirchner share a look during a rally in Buenos Aires

Presidential candidate Scioli and Argentina's President Fernandez de Kirchner share a look during a rally in Buenos Aires / MBH/HH/

ABEL GILBERT / BUENOS AIRES

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“Siento que la gente va a ir a definir la elección el domingo”. Daniel Scioli, el candidato neokirchnerista, se imagina, a un día del cierre de la campaña electoral, recibiendo el 10 de diciembre la banda presidencial de las aguerridas manos de Cristina Fernández de Kirchner.

Dice, repite, con esas frases que parecen diseñadas en los gabinetes publicitarios, que se ha preparado desde hace décadas para ese momento de gloria. De acuerdo con la consultora Ipsos-Mora y Araujo, el abanderado del Frente para la Victoria (FPV) obtendría un 42% de los votos, 14 puntos más que Mauricio Macri, el candidato de la coalición de centro derecha Cambiemos.

Si se cumple el augurio, Scioli evitaría la segunda vuelta, el 22 de noviembre. El Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP) le asigna a Scioli un 40,7 %, sin contar los indecisos. El consultor Jorge Giacobbe no se atreve a predecir taxativamente la victoria del sinuoso delfín de CFK en primera vuelta. El margen que separa los dos escenarios electorales “es muy estrecho”, dijo. 

La reforma constitucional de 1994 indica que, para acceder a la presidencia, el candidato debe alcanzar el 45% de los votos, independientemente de cuánto consiga el segundo. Será también vencedor en caso de que alcance el 40% de las adhesiones y se mantenga a 10 puntos de distancia. Macri apuesta todas sus fichas un segundo turno. Está convencido que, en ese caso, podrá ponerle fin a 12 años de primacía kirchnerista al catalizar todas las voluntades rechazan la continuidad. ¿Podrá lograrlo? 

1 / LA POLARIZACIÓN

Scioli confía en que todo irá bien con el fervor de su base social, agradecida por los beneficios de estos años,  la ayuda de la maquinaria estatal y una profusa campaña proselitista en los medios, las calles y las redes virtuales.

Macri, alcalde capitalino hasta el 10 de diciembre, volvió a llamar a todos los antikirchneristas: “Les pido por favor que nos voten, que les vamos a representar, vamos a construir una Argentina con mucho diálogo”. El magnate Macri asegura que un 60% de los argentinos anhela un cambio, y él, en alianza con la Unión Cívica Radical (UCR), y un desprendimiento de ese partido, la Coalición Cívica, es el único capaz de hacerlo realidad.

El peronista disidente, Sergio Massa, a quien los encuestadores colocan unos puntos debajo de Macri, también considera que es el único que puede derrotar a Scioli. “A la gente le digo que si nos ayuda a estar en la segunda vuelta, terminamos con una etapa en la Argentina, y viene una etapa plural”. Advirtió a su vez: “si el que está en segunda vuelta es Macri, probablemente Scioli sea presidente”. 

2 / UNA CAMPAÑA ANODINA

Han sido semanas de una sucesión interminable de fuegos de artificio. La campaña tuvo un muy bajo nivel argumental: los aspirantes más competitivos apelaron a las consignas emocionales y vacuas. Se presentaron ante las cámaras como personas amigables, sensibles y hasta jocosas. Cualquier gesto informal ha sido mejor que hablar de política.

Eso ha igualado a Scioli, Macri y Massa: ninguno se saca demasiada ventaja a la hora de exhibir oropeles conservadores. Manuel Álvarez, un  candidato a intendente del municipio de Puerto Iguazú, en la provincia de Misiones, al noroeste,  falleció a causa de un infarto, tras sufrir una descompensación durante un debate con otros postulantes. Pagó cara su vehemencia.

Por lo demás, la discusión programática estuvo ausente en el país. Hubo un debate televisivo entre cinco de los seis candidatos, pero Scioli decidió ir a un concierto de rock  y todos terminaron hablando del que faltaba. “Rehuir el debate es posible en culturas donde se arraigó la costumbre de pasar por alto las transgresiones”, dijo la ensayista Beatriz Sarlo.

Lo que abundaron fueron los insultos y las denuncias cruzadas. “Va a haber fraude”, alertó la diputada Elisa Carrio, de Cambiemos. Ella repite lo mismo en cada contienda. Fernando Niembro, un conocido comentarista deportivo de la cadena FOX, que encabezaba la lista de diputados de Macri, tuvo que dimitir en medio de denuncias por presuntos contratos irregulares realizados con la alcaldía. El kirchnerismo, a su vez, ha sido blanco de acusaciones que ganan la primera plana y con los días se esfuman. El jefe de ministros y candidato a gobernador bonaerense, Aníbal Fernández, ha concentrado buena parte de la retórica opositora. Sus adversarios lo han vinculado con el negocio del narcotráfico pero no presentaron pruebas contundentes. “Es una de las tantas mugres que dice esta mujer; no hay nada (de cierto)”, dijo sobre Carrio, su principal impugnadora. Las diputadas del PRO, el partido de Macri, Patricia Bullrich y Laura Alonso acusaron en tanto al Gobierno de espiar a jueces, políticos y periodistas.

3 / TURBULENCIAS

Como era de esperar, la recta final de la campaña está teñida de vaivenes económicos. Para el FMI, Argentina crecerá 0,4%. La CEPAL ubica la suba en 1,6%. La inflación acumulada hasta setiembre del 25%, según la oposición. Todos prometen reducirla a un dígito.

También prometen unificar el mercado cambiario, el tema del que hablan a toda hora la radio y la televisión.  El precio del denominado del dólar marginal, conocido como “blue”, perforó esta semana la barrera de los 16 pesos por unidad. El precio del dólar oficial es de 9,5 pesos. Esa brecha tiene un fuerte impacto en la economía. De hecho, y entre otras cosas para contener el alza del dólar, las reservas contables del Banco Central (BCRA) se han reducido a los 27.381 millones de dólares. Se trata del nivel más bajo desde fines de octubre de 2014. 

4 / LA CUADRATURA DEL CÍRCULO

“Mi único interés es que todo lo que hemos hecho no se pierda”, dijo anoche la presidenta. Scioli fue designado por Cristina y lleva como vicepresidente a Carlos Zannini, el actual secretario Legal y Técnico de la Presidencia, a quien le dicen “el Chino”.

El apodo le sobrevive a su militancia en Vanguardia Comunista, un grupo de orientación maoista que en los años setenta tenía a China como horizonte. Scioli ha hecho denodados esfuerzos para mostrarse más progresista de lo que su ADN indica. Y mientras invoca la figura de CFK y del difunto Néstor Kirchner, de quien fue vicepresidente entre 2003 y 2007, ha comenzado a armar un equipo de ministros en el queda de manifiesto el complejo equilibrio que debe hacer: mostrarse como “garante” del “modelo nacional y popular” y, a la par,  llevar adelante un proyecto más personal e inclinado hacia el mercado.

Sus principales colaboradores son los que lo han acompañado estos años en la gobernación bonaerense: ninguno de ellos está corrido hacia la izquierda. A su vez, Scioli ya le ofreció cargos en su equipo de ministros a conocidos kirchneristas. De algo Scioli (y también Macri o Massa) está seguro: le exigirán respuestas rápidas.

Y eso, señaló José Natanson, de Le Monde Dimplomatique, ocurrirá “independientemente de las mayorías legislativas y la buena imagen inicial de la que disponga”. El futuro presidente “está obligado a revalidar su legitimidad frente a una ciudadanía dispuesta a hacer sentir el peso de su indignación, en los medios y en las calles, desde el primer momento”. La Nación señaló ya no se habla de 100 días de gracia. “Para los empresarios hay una agenda impostergable que exigirán desde el comienzo a quien le toque ocupar el sillón que dejará libre Cristina Kirchner”. “La cruda indigencia opositora y las encuestas hacen posible una victoria peronista. En ese caso, será interesante ver cómo, por una vez, el peronismo enfrenta su propia crisis”, opinó el analista Carlos Gabetta.