Tensión en el este de Europa

Prisioneros del rublo

La depreciación de la divisa rusa por la crisis ucraniana extiende el temor entre los ciudadanos a una grave pérdida de poder adquisitivo

LEV GANIN/MOSCÚ

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Rusia reaccionó ayer con gran nerviosismo al eventual inicio de la guerra civil en Ucrania. Tras un corto período de euforia a raíz de la anexión de Crimea, que se produjo en marzo, los rusos se han dado cuenta de que la vida para ellos ha cambiado de la noche a la mañana y nunca volverá a ser igual.

La semana comenzó con un nuevo varapalo a la Bolsa de Moscú y la caída de la divisa nacional, el rublo, frente al euro y el dólar. El índice RTS acusó la escalada de tensión entre Rusia y Ucrania, con caídas que superaron el 2%.

En la capital rusa y otras grandes ciudades los ciudadanos se dirigieron a los bancos para cambiar rublos por dólares y euros en espera de una nueva ola de depreciación de la moneda nacional. Mientras, los empresarios que temen nuevas sanciones a raíz de la posición rusa respecto a la crisis en Ucrania intensificaron sus intentos de convertir sus capitales a rublos y trasladar activos al territorio de Rusia.

En carne y hueso

Un ruso medio ya ha sufrido la crisis en Ucrania con su carne y hueso. La devaluación de la moneda nacional desde que se iniciaron las protestas en Kiev en noviembre pasado ya superó al 10%. La inflación se ha comido una buena parte de los ingresos y ha reducido el poder adquisitivo de la población.

«No tengo suficientes recursos para hacer una inversión comprándome una casa o un coche nuevo, así que invierto en euros», confiesa María, una periodista rusa que intenta salvar sus modestos ahorros huyendo del rublo. Se queja de que nunca ha conseguido ganar con los cambios. «Siempre me decido a comprar cuando el rublo toca fondo», lamenta.

La demanda de divisas fuertes ha llegado a tales extremos que el Gobierno tuvo que intervenir recientemente para asegurar a la población que no prevé imponer restricciones sobre la venta de dólares y euros para evitar el pánico.

Los hombres de negocios rusos toman medidas de precaución muy diferentes a las de los ciudadanos normales y corrientes. Las sanciones selectivas introducidas por EEUU embargaron los bienes de varios empresarios próximos al poder e hicieron imposible que continúen con sus negocios fuera de Rusia. Las compañías del imperio financiero de Guennadi Tímchenko, un oligarca del círculo de Putin que figura en la lista de personas contra las que había impuesto sanciones EEUU, ya han comenzado negociaciones con sus socios extranjeros para hacer saldos recíprocos en rublos y minimizar el riesgo de bloqueo de las transacciones.

«Primero considerábamos la posibilidad de hacer los pagos en euros en vez de dólares, pero ante la perspectiva de sanciones de la UE lo más probable es que sea en rublos», dijo Tímchenko. Mientras las compañías que temen las consecuencias de las sanciones ya impuestas y las eventuales preparan su regreso al territorio ruso, hay también un potente flujo inverso de los capitales que huyen de Rusia por el miedo a una inminente crisis económica. Los Juegos Olímpicos de Sochi y la anexión de Crimea podrían ser un peso excesivo para la economía rusa.

Según la previsión del Ministerio de Desarrollo Económico, la huida de capital del país superará los 110.000 millones de euros en el 2014, que es casi el 40% del presupuesto estatal de Rusia.