entrevista con el EXPRESIDENTE DE EEUU

Jimmy Carter: "EEUU no estaba tan polarizado como ahora desde la guerra civil"

Jimmy Carter

Jimmy Carter / periodico

ALBERT GUASCH / Barcelona

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Jimmy Carter aprovecha cualquier resquicio en su agenda. El martes vio un hueco y se fue a visitar la Sagrada Família. Ayer quiso ir a Sant Sadurní d'Anoia a descubrir cómo se produce el cava. El considerado mejor expresidente de la historia de EEUU llegó a Barcelona, procedente de Sudán, para recoger hoy el Premi Internacional Catalunya, que concede la Generalitat. Carter ha venido con su esposa, dos de sus cuatro hijos y el imponente equipo de seguridad que se le presupone a un antiguo ocupante de la Casa Blanca. Superado el muro de músculo, aparece un hombre afable.

–¿Por qué aceptó el premio y decidió venir a recogerlo?

–Primero, porque es un gran honor. Y segundo, porque me interesa Catalunya y puedo ofrecer mi reconocimiento al pueblo catalán.

–El premio reconoce los méritos de su pospresidencia, pero también de su presidencia, lo cual puede que no sea tan habitual.

–A medida que pasa el tiempo creo que se valora que fuéramos capaces de mantener la paz de nuestra gente sin recurrir a la fuerza. Bajo mi presidencia, nunca tiramos una bomba, nunca arrojamos un misil, nunca disparamos una bala. Y llevamos la paz a otros países. Entre israelís y egipcios, por ejemplo. Y normalizamos las relaciones con China. Pero es verdad que afrontamos problemas muy graves.

–¿Le preocupa aún de qué manera es juzgada su presidencia?

–Creo que hay un reconocimiento general en mi país de que tuve una presidencia exitosa. Y creo que recibir este premio y el premio Nobel son indicativos de que el mundo mira mi gestión en la Casa Blanca y fuera de ella con buenos ojos.

Los sectores más conservadores de EEUU serán menos benévolos.

–Mi país está muy polarizado políticamente, más que nunca en la historia. Quizá desde la guerra civil no había tanta división.

–¿Quiso reivindicar su legado en el documental de Jonathan Demme Man from Plains?

–En parte, sí. Y hacerme oír en materia de paz y derechos humanos. Tengo algo de influencia aún, tampoco mucha, pero creo que cuando hablo, mucha gente escucha.

–En ese documental parece una persona muy afable y agradable...

–Bueno, lo soy (risas).

–¿No conviene tener dobleces para alcanzar la presidencia de EEUU?

–Debes tener determinación, ser agresivo, competente y astuto políticamente. Y conviene tener una habilidad para hacer amigos y generar confianza. Ahora es muy diferente, y más difícil que cuando me presenté yo, en 1976. Lo principal es disponer de mucho dinero. Yo no tenía. Ahora compras espacios de televisión, a menudo para atacar al oponente.

–Usted también ha hecho oír su voz para discrepar en público de los presidentes en cada momento.

–No tengo corsés ahora, ni debo rendir cuentas a nadie sobre adónde voy, ni con quién me reúno, ni lo que digo. Es agradable ser libre. Pertenezco, además, a un pequeño grupo de 10 exdirigentes veteranos llamados Elders, galvanizados por Nelson Mandela [están Desmond Tutu, Mary Robinson y Kofi Annan, entre otros]. Nos reunimos cada seis meses y después viajamos a zonas en conflicto a intentar ayudar.

–¿Aún le gusta viajar por el mundo tratando de solventar conflictos?

–Bueno, disfruto más en mi casa que viajando. Pero debo hacerlo. En el Centro Carter supervisamos elecciones complicadas, promocionamos la paz ante la amenaza de guerra y tenemos un montón de programas de sanidad y agricultura en los países más pobres.

–Y tras asistir a tantos conflictos en todo el mundo, ¿todavía cree en la innata bondad humana?

–Sí, claro. Creo que la gente de todas las naciones desea vivir en paz y mi esperanza es que en unos años EEUU sea una especie de paladín global en la resolución de conflictos de una forma pacífica. Aún no tiene buena reputación para ello.

–Viene a Catalunya en un momento político muy cargado.

–Estoy al tanto. No sé lo suficiente sobre los detalles del tema, pero entiendo que la resolución del Tribunal Constitucional ha creado un problema para parte del pueblo catalán. Mi esperanza es que la identidad catalana se pueda preservar durante años y al mismo tiempo se mantenga la unidad de España.

–¿Cree aceptable que un Tribunal Constitucional elimine lo que un pueblo ha votado y los parlamentos han aprobado?

–En mi país las decisiones del Tribunal Supremo son definitivas. Y puede anular cualquier ley aprobada por el Congreso o cualquier decisión tomada por el presidente. En una democracia, el Supremo tiene la última palabra.

Volviendo a su labor en el Centro Carter, ¿es el conflicto de Oriente Próximo el que más le preocupa?

–En política internacional, sí.

–¿Netanyahu es un obstáculo?

–Netanyahu es un factor muy negativo. Y está controlado en su coalición por sectores muy conservadoras que no quieren discutir sobre la retirada de los colonos de Cisjordania y Jerusalén Este, que es el punto clave del conflicto. Obama, últimamente, se está mostrando muy firme, lo cual es bueno.

¿Habla con Obama a menudo?

–Lo suficiente. Siempre que lo deseo, lo hago. En mi familia le dimos nuestro apoyo total. Tenemos 22 votos y todos fueron para él.

–En general, ¿cómo cree que lo ha hecho hasta ahora?

–Dadas las circunstancias, sin ningún apoyo de los republicanos, creo que lo está haciendo bastante bien. El primer año, en mi opinión, trató de contentar a demasiada gente. Ha aprendido la lección y ahora se muestra más resolutivo.

–Mirando atrás, ¿con cuál de todos sus logros se quedaría?

–La promoción de derechos humanos en todo el mundo, en particular en América Latina; y los acuerdos de paz entre Israel y Egipto.