Las elecciones italianas

El tsunami de Beppe Grillo

El cómico 'antiestablishment' cierra su gira triunfal ante una imponente multitud

ALBERT GUASCH

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Ya ha dejado de hacer gracia. Al menos a los no anárquicos. Beppe Grillo sale al escenario y su furioso monólogo contra la casta, que es como se refiere a los partidos políticos, resulta a ratos desternillante. «¡Todos a casa, que se vayan todos a casa!», proclamó anoche forzando la voz. Y la gente rió. «Dedicad un poco de tiempo a los demás, así cambiaremos nuestro país», espetó. Pero no busca el voto para un concurso televisivo de talentos, sino para el Parlamento italiano. Y su espectáculo populista al frente del Movimiento 5 Estrellas ha llenado tantas plazas por todo el país y se le estima tantos apoyos en las urnas que la ansiedad se ha apoderado ya de la ortodoxia política y mediática.

El acto en la plaza Sant Giovanni de la capital italiana, un símbolo de la izquierda, fue anoche una demostración descomunal de la fuerza que ha adquirido el Movimiento 5 Estrellas y que se sostiene en el carisma del cómico genovés de 64 años. Pase lo que pase, estas elecciones se recordarán por la irrupción de Beppe Grillo. «Somos el fenómeno mediático más grande de todos los tiempos. ¡Dios mío, lo que hemos hecho!», proclamó borracho de euforia, víctima ya de un narcisismo irremediable.

Es el gran gurú que ha conseguido canalizar con su vehemente discurso el descontento, la rabia y la frustración hacia el sistema de partidos a lo largo de su tsunami tour, que es como ha definido su viaje como predicador contra la injusticia y los abusos por Italia.

Como la Tangentopoli

La actualidad le ha facilitado la conquista de adeptos. La justicia ha ido destapando un sinfín de casos de corrupción durante la campaña que han afectado a prácticamente todos los partidos. Más razones, pues, para los que se ven tentados de dar la espalda a los partidos tradicionales. «Hay una plaga de corrupción peor que hace 20 años cuando la Tangentopoli», dijo ayer el fiscal general de Lombardía en referencia al periodo convulso en que se saldó con la refundación de los partidos hegemónicos.

Beppe Grillo, que en principio no aspira a ningún cargo, llevó a la audiencia romana las propuestas flameantes que propugnó antes por todo el país. Un referendo para salir del euro y no acabar como Grecia, realizar una inspección fiscal a los políticos y arrebatarles el patrimonio ilícito, internet gratis para todos, 30 horas de trabajo semanales como máximo, fiscalizar y si conviene nacionalizar a los bancos y, en definitiva, «una revolución democrática», según su síntesis, «una nueva Italia comunitaria, solidaria y feliz».

Los sondeos que circulan bajo mano indican que podría convertirse en la segunda fuerza. Tiemblan las convenciones políticas y no es de extrañar que todos los líderes de los partidos se le lanzaran ayer a la yugular, sabedores de lo impredecible de tener que negociar leyes con un centenar de jóvenes inexpertos en gestión política.

«Nunca he temido a nadie, pero Grillo es un peligro para el país», afirmó Silvio Berlusconi. «El éxito que más temo es el de Beppe Grillo», corroboró el último primer ministro, Mario Monti. «No se puede discutir la democracia», complementó Pierluigi Bersani, líder de la coalición de izquierda. «La política -añadió- no es para recibir aplausos. Eso es populismo. No se puede propugnar un cambio y no proponer nada para hacer efectivo ese cambio».