Las presiones de Europa

La presión que personalidades de la política europea, sobre todo alemanas, y algunos medios internacionales, están ejerciendo sobre los electores italianos no está siendo bien recibida en el país transalpino. SoloMario Monti, que hace un año obtuvo la jefatura del Gobierno justamente gracias a una intervención deAngela Merkel, las está utilizando como argumento a favor de sus aspiraciones electorales: que, por cierto, se han reducido paulatinamente a lo largo de la campaña, hasta el punto de que en estos momentos los sondeos solo le auguran poco más del 13% de los votos.

El centro-izquierda, favorito con un 33-34%, ha criticado esas presiones. Porque las interpreta como un apoyo a unMontique no deja de golpear con dureza a la izquierda y de advertir que los «radicales» sindicatos y los ecologistas determinarán la acción de un gobierno de ese signo. Y también porque teme que puedan suscitar en el electorado una reacción nacionalista que, a la postre, favorezca aSilvio Berlusconi.

Que, con el 29% que le dan las encuestas, y aunque a muchos puede parecerle increíble, aún puede ganar. Y que ha dedicado buena parte de su campaña no solo a denunciar el sometimiento de la política económica italiana a los designios de Berlín y Bruselas, prometiendo que su Gobierno no hará caso de tales presiones, sino a calificar de «injerencia intolerable» cualquier opinión extranjera sobre como deben comportarse los electores italianos. Y es muy posible que esos planteamientos sean una de las claves de la mejora de sus opciones.

Ninguna de las hipótesis de Gobierno que sugieren los resultados de los sondeos garantiza la estabilidad política. Y sin esta, Italia -y puede que con ella España- caería de nuevo en la espiral especulativa de los mercados. Pero no parece que las presiones externas sean el mejor antídoto contra eso.