EMBROLLO EN WASHINGTON

El escándalo sexual de Petraeus complica el arranque a Obama

IDOYA NOAIN
NUEVA YORK

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El escándalo sexual, el primero de la Administración de Barack Obama, es lo de menos. La dimisión de David Petraeus como director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) supone un golpe para el presidente reelegido, que con Petraeus pierde a alguien experimentado en seguridad nacional que ha sido definido como «una fuente de estabilidad» y era uno de los escasos altos cargos bendecido con un halo bipartidista. La pérdida llega en un momento complicado. Ahora se empieza a abrir la ventana para colaborar con los rebeldes en Siria y la tensión con Irán sigue creciendo (Teherán derribó la semana pasada uno de los aviones no tripulados que vuelan bajo mando de la CIA, ya lanzada casi abiertamente a la estrategia de ciberataques contra el país).

Lo que es más complicado políticamente para Obama se lee en clave interna: el jueves el Congreso celebra una vista a puerta cerrada sobre el atentado contra el consulado en Bengasi (Libia), donde falleció el embajador Chris Stevens. Los republicanos llevan tiempo cuestionando duramente acciones y transparencia de la Administración ante ese ataque, y Petraeus, que estuvo hace menos de dos semanas en Libia, debía comparecer. No lo hará.

Tanto republicanos como algunos demócratas han unido ahora sus voces para que el Congreso también estudie la actuación de la Administración y de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) en el caso del romance de Petraeus. Altos cargos del FBI y del Departamento de Justicia supieron a finales de verano de ese romance y determinaron en su investigación que no había indicios de criminalidad ni de que se hubiera comprometido la seguridad nacional en un asunto privado. No obstante, la senadora demócrata Diane Feinstein, que preside el comité de Espionaje en la Cámara Alta, no está convencida de que lo ocurrido no hubiera podido tener efectos en la seguridad nacional. «Creo que nos deberían haber informado», aseguró el domingo. Peter King, el congresista republicano que promovió las polémicas vistas sobre musulmanes, también dijo tener «verdaderas preguntas. El calendario [de quién supo qué y cuándo] tiene que ser estudiado y analizado».

RELEVO / La misión urgente ahora para Obama es buscar relevo a Petraeus, que fue una figura clave en el Ejército durante el mandato de George Bush y al que los republicanos admiran por haber plantado cara al actual presidente respecto a la salida de Afganistán, un choque que no impidió que Obama le nombrara director de la CIA.

La opción menos problemática quizá sea poner al frente a Michael Morell, número dos de Petraeus y que ha asumido el cargo de director interino desde la dimisión del viernes, pues es un analista respetado en Langley (Virginia), y una figura que también mantendría la imagen bipartidista pues era quien daba los informes de seguridad a George Bush.

Otra opción del presidente es ascender a su asesor jefe antiterrorista, John Brennan, un exagente de la CIA. Ahí el reto es el trabajo que Brennan desempeñó como ayudante de George Tenet en la época de las torturas de la CIA, que puede complicar la confirmación.

Se baraja también el nombre de Thomas Donilon, asesor de seguridad nacional de Obama, pero carece de experiencia militar y su trabajo para Fannie Mae, una de las problemáticas agencias hipotecarias del Gobierno, podría frenarle en Capitol Hill.

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