REPARACIÓN HISTÓRICA

Yosi, el primero

Un israelí de Haifa completa el proceso para obtener la nacionalidad española como sefardí, según la nueva ley, y espera ahora el pasaporte

El sefardí Yosi Ben Naím muestra una foto de sus antepasados.

El sefardí Yosi Ben Naím muestra una foto de sus antepasados. / periodico

ANA ALBA /

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El abogado Yosi Ben Naim nació en Haifa (Israel) hace 41 años, de padres procedentes de Tetuán (Marruecos), donde su familia vivió desde finales del siglo XV tras ser expulsada de España, que en 1492 echó a los judíos que no se sometieron a conversión al cristianismo

Ben Naim asegura que le une “un vínculo sentimental a España” que en su casa se manifiesta con una decoración “llena de abanicos y la escultura de una flamenca en el salón”.

Afirma que, a pesar de tener parientes en Madrid, Barcelona y Málaga, no quiere vivir allí. Pero se ha acogido a la ley que el Parlamento español aprobó en junio por la que se otorga la nacionalidad española a los sefardís, descendientes de los judíos expulsados hace 500 años. 

En diciembre, entregó sus documentos en una notaría de Madrid para solicitar la nacionalidad. Su expediente está en el Ministerio de Justicia y tiene que esperar “entre unas semanas y unos meses” para ser español.

Cuenta orgulloso que en la Dirección General de Registros y Notariado le aseguraron que es “el primer israelí que completa el proceso según la nueva ley (vigente desde octubre) y el octavo sefardí del mundo”.

CURSO DE IDIOMA

Ben Naim entendía un poco el castellano por haber oído a su padre en ladino (lengua hablada por los descendientes de los sefardís que deriva del castellano medieval). Pero tuvo que seguir cursos en el Instituto Cervantes de Tel Aviv, en el programa Pasaporte a Sefarad, para alcanzar el nivel 2 de español y los conocimientos de cultura y Constitución española que exige la ley en un examen. 

El solicitante tiene que demostrar que es descendiente de los expulsados. Para ello necesita obtener el visto bueno de la Federación de Comunidades de España, que en Israel colabora con entidades autorizadas por el Ministerio de Justicia español, entre ellas, la Unión Sefaradí Mundial (USM), que certifican el origen sefardí de la persona.

“Uno de los medios para poder verificarlo es el apellido. En nuestra web tenemos un buscador con una lista de casi 10.000. Todos los judíos que tengan estos apellidos son sefardís, aunque no están todos”, indica el presidente de la USM, José Benarroch.

ÁRBOL GENEALÓGICO

El aspirante tiene que elaborar un árbol genealógico y presentar pruebas documentales, como certificados de nacimiento, defunción o matrimonio de alguno de sus antepasados. También ha de demostrar que le une un vínculo especial con España como hablar ladino.

El penúltimo paso del proceso, en el que se invierten entre 3.000 y 5.000 euros, es viajar a España y entregar al notario la documentación original.

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En el último mes, más de 20 sefardís han jurado la Constitución y fidelidad al rey en la embajada y el consulado de España en Tel Aviv y Jerusalén. Son parte de los 4.302 sefardís que solicitaron la nacionalidad por carta de naturaleza hace unos años y que gracias a un decreto han podido acelerar el proceso.

La USM tiene peticiones en espera para tramitar la nacionalidad española por la ley de junio “de unos cientos de personas”, señala Benarroch. Por su parte, el presidente del Consejo de la Comunidad Sefardí de Jerusalén, Abraham Haim, gestiona unas 50 peticiones y tiene en cartera varias más. Haim entrevista “personalmente” a cada solicitante.

“A mi oficina viene todo tipo de gente. Los mayores, cuando ven todos los trámites pierden un poco el interés. Los jóvenes no, tienen ambición, razones académicas, laborales o quieren comprarse una casa en España”, dice Haim, que espera obtener el pasaporte español.

CERRAR UN CÍRCULO

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“Está el perfil vocacional, de gente mayor, que siente que pidiendo la nacionalidad está cumpliendo una obligación familiar, haciendo honor a la memoria de sus ancestros y cerrando un círculo vital histórico”, comenta Manuel González Garagorri, primer secretario y cónsul de la Embajada española en Tel Aviv.

“También hay casos de hombres de negocios a los que puede resultar útil tener trabajadores con nacionalidad europea y jóvenes que buscan becas en Europa”, apunta Benarroch.

“La historia de los judíos con España se puede resumir con tres palabras: encuentro, desencuentro y reencuentro. Estamos en el último, que comenzó simbólicamente hace 30 años con el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Israel y España, la ley es un paso más”, subraya Haim.

Benarroch se hace eco de las palabras de Yitzhak Navon, primer presidente sefardí de Israel: “Las relaciones diplomáticas eran un acto de gobierno a gobierno, la ley es de pueblo a pueblo, es una mano que se nos da después de 500 años de destierro”.

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