La presión no funcionó

Aznar logró que la Unión Europea secundara su política de dureza hacia Cuba, una medida que como el embargo promovido por Estados Unidos, no ha dado como resultado una apertura

En mangas de camisa 3 Los Reyes, Ana Botella y José Aznar, en La Habana, en 1999, con motivo de la cumbre iberoamericana . Aquella cumbre se recuerda por dos cosas: por la frialdad con la que Fidel Castro trató a Aznar y por la camisa del presidente.

En mangas de camisa 3 Los Reyes, Ana Botella y José Aznar, en La Habana, en 1999, con motivo de la cumbre iberoamericana . Aquella cumbre se recuerda por dos cosas: por la frialdad con la que Fidel Castro trató a Aznar y por la camisa del presidente.

PILAR SANTOS / MADRID

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José María Aznar llegó a la Moncloa igual que se fue: tomando decisiones en política exterior que le congraciaron con EEUU. Si dejó la presidencia dando apoyo diplomático a la guerra contra Sadam Hussein que promovió George Bush, nada más sentarse en el sillón presidencial, el expresidente español decidió poner fin a la sintonía personal, que no política, entre Felipe González y Fidel Castro.

En el primer mes de su mandato, Aznar abrazó 'la doctrina Helms-Burton' (que endurecía el bloqueo comercial a la isla promovido por Washington) en contra de la opinión mayoritaria de la Unión Europea y, en una rueda de prensa que celebró con el vicepresidente de EEUU, Al Gore, en Madrid, anunció que revisaría la política del anterior Gobierno de González con Cuba. Las desavenencias entre las dos capitales hizo que España estuviera sin embajador en la isla 18 meses, aunque nunca se llegaron a interrumpir las relaciones políticas y económicas porque la legación se quedó abierta con el encargado de negocios al frente.

Aznar consiguió en diciembre del 2006 que la Unión Europea secundara su posición y los socios acordaron la llamada 'posición común hacia Cuba', que condicionaba la mejora de las relaciones a un avance en la democratización y en el respeto de los derechos humanos en la isla. Esa 'posición común' se ha mantenido casi intacta hasta hace dos años, cuando Bruselas empezó a repensar la relación con La Habana.

«LA INUTILIDAD DEL BLOQUEO»

Pero toda esta presión a Cuba y el aislamiento no funcionaron, como reconoció el miércoles el presidente de EEUU, Barack Obama. Estos días, la oposición española le ha recordado a Aznar que se equivocó. «El tiempo y los hechos demuestran la inutilidad del bloqueo y de la dureza política de Aznar hacia Cuba», escribió Josep Antoni Duran Lleida (CiU) en Twitter. «Hoy el gran derrotado es Aznar y su política de bloqueo hacia la isla», declaró el portavoz de Exteriores de IU-ICV, Joan Josep Nuet.

La posición de Aznar fue objeto de un debate constante con la oposición socialista durante las dos legislaturas del PP (1996-2004). González había tratado de combinar la presión política, siempre en privado, sin dejar en evidencia a Castro, con la cooperación económica.

El expresidente socialista se había implicado mucho en la relación bilateral y consiguió, con la ayuda también de otros gobiernos, que pusiera en libertad al disidente Eloy Gutiérrez Menoyo.

SOLCHAGA, CON FIDEL

La buena relación entre González y el líder cubano permitió que este reconociera que necesitaba asesoramiento para introducir cambios económicos para salir de la catastrófica situación que vivía el país a principios de los 90. El exjefe del Ejecutivo le ofreció a Carlos Solchaga. El ya exministro de Economía propuso al dictador un plan de privatizaciones para poder mantener la educación y la sanidad gratuitas. Corría el año 1993. Solo tres años después, Aznar rompió esta relación y arrastró a toda la Unión Europea. El socialista José Luis Rodríguez Zapatero, con Miguel Ángel Moratinos en Exteriores, intentó reconducir la situación y sembrar la duda de si la presión en bloque era una buena vía.

El presidente de honor del PP, de viaje en Perú, según fuentes de su entorno, no ha comentado todavía el paso histórico dado por Cuba y EEUU esta semana.