UN PROCESO LLENO DE SOMBRAS

Preguntas para un fiscal

Los expertos legales critican la parcialidad del hombre que pudo imputar al agente Wilson

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Si solo fuera la familia de Michael Brown quien cuestiona la actuación del fiscal del condado de San Luis podría parecer que hablan la rabia y la frustración por que el policía Darren Wilson no haya sido imputado. A Robert McCulloch, no obstante, le llueven críticas razonadas de expertos legales, que denuncian «abuso de poder» y «trato especial para un policía blanco» y «manipulación del proceso».

Para la comunidad negra McCulloch es desde hace tiempo sospechoso de tener demasiados lazos con la policía y una historia que dificulta su imparcialidad. Su padre, policía, fue asesinado por un hombre negro cuando él tenía 12 años. Un hermano, un primo y un sobrino pasaron por el Departamento de San Luis, donde su madre trabajó 20 años. Si él no hubiera perdido una pierna también se habría puesto el uniforme. No pudo, así que hacerse fiscal fue «la siguiente mejor opción», según dijo una vez.

Con esa historia y dado que en sus 21 años como fiscal solo había llevado hasta ahora ante un gran jurado cuatro casos de muertes a manos de la policía -sin conseguir ninguna imputación- muchos sugirieron que se recusara en el caso de Wilson y aceptara un fiscal especial, pero McCulloch no quiso. Se puso al frente del caso y aunque habría podido decidir presentar cargos o desestimarlos, optó por poner la decisión en manos de un gran jurado.

POCO INDEPENDIENTE

Decidió también poner a disposición de los 12 civiles todas las pruebas de la investigación, un paso que los expertos ven «altamente inusual». Como ha escrito en The New Yoker el abogado Jeffrey Toobin, «alimentaba la percepción de que era una evaluación independiente pero hay pocas dudas de que lo tenía todo controlado».

En vez de escoger qué evidencias y testimonios presentar -la táctica habitual de los fiscales con los grandes jurados que dio lugar al dicho de que son capaces de que se impute «hasta a un bocadillo de jamón»- McCulloch lanzó la abrumadora avalancha. Además, no hizo la usual recomendación de con qué cargo específico imputar a Wilson.

Cuando Wilson testificó los fiscales de McCulloch parecieron trabajar, además, como si fueran sus defensores. En un momento, por ejemplo, le dijeron: «Sintió que su vida estaba en peligro», justificación suficiente para un policía para matar, y nunca retaron su versión.

¿10 PUÑETAZOS?

El cuidadoso trato a Wilson contrastó con la «confrontación» con otros testigos que contradecían al policía. Ese enfrentamiento lo confesó McCulloch en la rueda de prensa del lunes, en la que nunca citó que Brown estaba desarmado y en la que defendió al testigo número 10, el único que corroboró a Wilson pero que luego se ha probado plagado de contradicciones.

Todo ha dejado indignados a muchos, entre ellos Lisa Bloom, abogada de derechos civiles, que en una serie de tuits ha puesto el dedo en muchas llagas del caso y el proceso. ¿Cómo pudo Wilson considerar a Brown sospechoso de un robo, por ejemplo, cuando el jefe de policía afirma que el agente no sabía que se había producido ese robo? Si Brown le atacó «con plena fuerza» dentro del coche, ¿por qué no tenía heridas? ¿Cómo podía tener una ligera rojez en el lado derecho de la cara si estaba en el asiento del conductor y Brown le golpeó desde fuera? ¿Por qué habló de 10 puñetazos con la policía y ante el gran jurado de dos? ¿Cómo podía ser una amenaza Brown cuando salió corriendo? ¿Cómo pudo un hombre que ya había recibido cuatro balazos «cargar» contra él?