La crisis de Ucrania

Poroshenko implora el envío de armas ante el Congreso de EEUU

Poroshenko saluda en medio de una ovación durante su intervención ante las dos cámaras del Congreso de EEUU, ayer, en Washington.

Poroshenko saluda en medio de una ovación durante su intervención ante las dos cámaras del Congreso de EEUU, ayer, en Washington.

RICARDO MIR DE FRANCIA
WASHINGTON

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Hay fotos que valen más que mil palabras y pocas tienen tanto voltaje simbólico como la de un dirigente extranjero dirigiéndose a las dos cámaras del Congreso de EEUU, un privilegio concedido únicamente a los más estrechos aliados. Esa es la foto que se llevó ayer Petro Poroshenko, el presidente de Ucrania, un país que se resiste a dar por perdidas las regiones del este en su pulso con los separatistas apoyados desde Moscú. Poroshenko pidió al Congreso que arme al Ejército ucraniano, un paso que la Administración de Barack Obama se resiste a dar para no exacerbar el clima de confrontación con Rusia.

El líder ucraniano agradeció al Parlamento la ayuda no letal que ha prestado hasta ahora a su país, pero añadió que «no se puede ganar la guerra con mantas». Washington se ha limitado a aportar hasta la fecha 60 millones de dólares en equipos de comunicación, material de protección corporal, raciones de comida o mantas. Algunos miembros del Congreso han viajado en las últimas semanas a Ucrania y son partidarios de la transferencia de armas letales, pero es difícil vislumbrar que sus presiones vayan a cambiar el parecer de la Casa Blanca. Obama se ha rascado el bolsillo mucho menos que su predecesor hizo con Georgia. Bush le concedió 1.000 millones de dólares tras la guerra del 2008.

DISCURSO INTELIGENTE / Poroshenko hizo en cualquier caso un discurso inteligente, tocando las fibras sensibles del Congreso. Dijo que su país «está en primera línea del combate global por la democracia», uniendo así su destino a las aspiraciones declaradas de la política exterior estadounidense. «La guerra que estos hombres están librando no es solo una guerra ucraniana», aseguró durante los 40 minutos de discurso, salpicado de ovaciones. «Es también la guerra de Europa y América, la guerra por un mundo libre». Por ello, pidió para su país un «estatus especial» en materia de seguridad y defensa pese a no ser miembro de la OTAN.

Poroshenko, el magnate de los caramelos elegido en mayo, definió la anexión de Crimea como «uno de los actos de anexión más cínicos de la historia moderna» y pidió una nueva vuelta de tuerca en las sanciones que Occidente ha impuesto a Rusia (sector financiero, energético o defensa). Todavía hay margen con las sanciones y no se descarta que vayan a más, pero Obama ha reiterado que la solución en Ucrania tiene que ser política, lo mismo que dijo refiriéndose a Siria hasta que los yihadistas del Estado Islámico empezaron a decapitar a rehenes anglosajones.

CORRUPCIÓN ENDÉMICA / La posición de su Administración es que Ucrania no vale una potencial guerra con Rusia o un clima de guerra fría con las puertas de salida bloqueadas. Pero también preocupa, a la hora de plantear el aumento de las ayudas o el envío de armas, la corrupción endémica en Kiev. De ahí que no acabe de entenderse porqué Washington se identificó desde el principio tan estrechamente con los manifestantes del Maidán cuando no estaba dispuesto a apoyar la revuelta más que con gestos casi simbólicos y medidas que son únicamente una reacción punitiva a las acciones rusas, como las sanciones.

Poroshenko tenía previsto reunirse también con Obama, una foto que la Casa Blanca pretende que sirva para mandar un mensaje inequívoco a Rusia. «La foto del presidente Poroshenko en el Despacho Oval valdrá más que mil palabras, tanto en inglés como en ruso», dijo su portavoz, Josh Earnest, la víspera. H