El populismo de izquierdas asoma la cabeza en EEUU

Bernie Sanders conversa con una parlamentaria, en el Senado.

Bernie Sanders conversa con una parlamentaria, en el Senado.

RICARDO MIR DE FRANCIA / Washington

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La senadora demócrata Elizabeth Warren subió al estrado en medio de la ovación de las cerca de 200 personas que asistieron hace tres semanas en Washington a una conferencia sobre el llamado Nuevo Populismo, la corriente de raíces socialdemócratas que trata de desafiar al ala centrista y mayoritaria del Partido Demócrata. La audiencia esperaba un discurso crudo y sin eufemismos y la antigua profesora de Harvard, criada en el seno de una familia humilde de Oklahoma, se lo dio. Warren cargó contra las deducciones fiscales de los millonarios y los tratados de libre comercio, acusó a las multinacionales de no pagar apenas impuestos y recordó que ninguno de los grandes banqueros de Wall Street ha ido a la cárcel pese al fraude masivo que desencadenó la crisis.

«El juego está amañado», clamó. «Los ricos y poderosos tienen lobistas, abogados y muchos amigos en el Congreso. El resto, no tanto». Warren se hizo un nombre en la política nacional al erigirse como arquitecta de la Agencia Financiera de Protección al Consumidor, un organismo creado por el presidente Barack Obama en el 2011 para mantener a raya a los bancos y exigirles responsabilidades por los abusos cometidos en los últimos años. Aunque las presiones la acabaron apartando de la dirección de la agencia, su actitud combativa le sirvió un año más tarde para hacerse con el escaño de senadora por Massachusetts.

RETÓRICA FEROZ / Desde entonces, Warren se ha convertido en la figura más reconocida de la izquierda populista, una corriente que vuelve a asomar la cabeza en EEUU como ha hecho cíclicamente desde finales del siglo XIX. La senadora tiene millones de seguidores y una retórica feroz en defensa de la clase media y los trabajadores. «A un chaval se le coge con unas pocas onzas de marihuana y acaba en la cárcel, pero si un gran banco viola la ley, lava dinero del narcotráfico o manipula divisas, nadie es arrestado», dijo durante la conferencia. Warren no es la única figura que abraza sin tapujos el manto populista. Hay otros nombres como el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, el senador demócrata por Ohio, Sherrod Brown, o su homólogo independiente por Vermont, Bernie Sanders, prácticamente el único congresista que se define a sí mismo como «socialista».

COMO LA SOCIALDEMOCRACIA / «Todos ellos podrían compararse al ala izquierdista de los partidos socialdemócratas en Francia o Alemania», explica el profesor de Georgetown y editor de la revista Dissent, Michael Kazin. «Son partidarios de ampliar el Estado de bienestar, se oponen a las políticas de austeridad y son muy cercanos a los sindicatos». A diferencia de lo que sucede en Europa o en América Latina, aquí el populismo —definido por Warren como «el poder del pueblo para cambiar el país»—  no tiene connotaciones negativas. La prueba está en su equivalente en la derecha, el Tea Party, que ha conseguido «revitalizar» al Partido Republicano empujándolo hacia posiciones ultraconservadoras.

«El movimiento ha ganado confianza debido a que se está hablando mucho de desigualdad económica», explica Kazin. Las encuestas muestran un amplio respaldo a buena parte de sus propuestas y, como reconocía en febrero The Washington Post, su empuje está creando tensiones entre el establishment del partido y el ala populista. «El Partido Demócrata, según varios barómetros de los sondeos, ha girado a la izquierda en la última década. Pero eso no significa necesariamente que los progresistas se vayan a convertir en la fuerza predominante o que su mensaje pueda ganar unas elecciones», escribía el citado rotativo.

IMBATIBLE / Sus perspectivas de futuro están congeladas a expensas de lo que haga Hillary Clinton en el 2016. «Toda la izquierda busca un candidato. Warren sería la mejor, pero no se va a presentar si Hillary concurre a las elecciones porque se la considera imbatible», afirma Roger Hickey, copresidente de Campaign For America's Future, el grupo que organizó la conferencia de Washington. Sanders sí planea presentarse, pero más con la intención de dar visibilidad a las ideas de la izquierda, desencantada con Obama y reacia al continuismo representado por Hillary, que de ganar.

Desde el establishment del partido les recuerdan que el giro a la izquierda es una mala idea. Ya lo intentó George McGovern con su candidatura en 1972 y Walter Mondale en 1984 y ambos perdieron estrepitosamente. «Los estadounidenses son muy escépticos con el Estado de bienestar. Valoran los servicios que les da a ellos, pero no necesariamente cuando los reciben otros. Es una paradoja pero sirve para explicar las dificultades que tendría un candidato populista», dice Michael Kazin.