Las repercusiones
La política exterior entra en campaña en EEUU
Hasta el tercer debate presidencial, el 22 de octubre, Barack Obama y Mitt Romney no iban a centrarse en política exterior, asunto habitualmente a la cola de las prioridades de los votantes. La tensión creciente en el mundo árabe por el vídeo antimusulmán y el asesinato del embajador en Libia han alterado radicalmente las cosas. La política exterior se ha metido de lleno en campaña. Y Obama lidia con la lucha política abierta por un rival dispuesto a dar golpes bajos y con lo incierto de su respuesta a la primavera árabe.
Lo que sucede está lejos de poder compararse, como hacen los republicanos, a la crisis de los rehenes de 1979, episodio que duró 444 días y jugó un trascendental papel en la derrota de Jimmy Carter. Obama lleva puntos por delante de Romney en las encuestas sobre política exterior. Pero la radicalización, incertidumbre y volatilidad de la situación en países donde ha apoyado el cambio de régimen reclamado en las calles cuestiona también sus políticas.
Cuando el miércoles la secretaria de Estado, Hillary Clinton, planteó: «¿Cómo ha podido pasar esto en un país que ayudamos a liberar?», en referencia a la muerte del embajador Chris Stevens en el consulado en Bengasi, verbalizaba las dudas de la Administración. Y en ningún caso son mayores o más trascendentales que en la relación con Egipto.
Si Obama llamó el miércoles al presidente interino libio, Mohamed Magariaf, para mostrar aprecio por su cooperación, en una llamada esa misma noche al presidente egipcio, Mohamed Mursi, le recordó «la importancia de que cumpla sus compromisos» para asegurar al personal e instalaciones diplomáticas.
En una entrevista, el miércoles, Obama llegó a decir que Egipto, el país al que Washington da más ayuda financiera después de Israel, ahora no es «ni enemigo ni aliado». Y se mete en arenas movedizas, sobre todo porque Egipto es uno de los dos países de la región que tiene un acuerdo de paz con Israel y bastante complicada es ya la relación con Binyamin Netanyahu, que le presiona para marcar líneas rojas para atacar a Irán por su programa nuclear.
EL ATAQUE DE ROMNEY / La línea de ataque que ha decidido seguir Romney llevaba meses usándola en campaña: acusa a Obama de enviar «mensajes contradictorios» que debilitan el liderazgo de EEUU, critica su decisión de «liderar desde atrás» refiriéndose a su apuesta por el multilateralismo en operaciones como la de la OTAN en Libia y denuncia que «se disculpa por valores estadounidenses» como la libertad de expresión que permite hacer vídeos como el que ha creado la polémica.
En esa línea se ha ganado el apoyo de los republicanos, que le dieron la espalda cuando dijo que era «una desgracia que la primera respuesta de la Administración de Obama fuera simpatizar con los atacantes», haciendo un criticado uso de un comunicado de la embajada de El Cairo anterior a los asaltos
«Romney parece tener una tendencia a disparar primero y apuntar después», respondió duro Obama. «Como presidente he aprendido que no puedes. Antes de hablar hay que pensar en las consecuencias».
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