TENSIÓN EN ASIA

Pence proclama en Seúl el fin de la "estrategia de la paciencia" de EEUU con Corea del Norte

El vicepresidente estadounidense visita la zona desmilitarizada establecida en la frontera de las dos Coreas por el armisticio de 1953

Pence, en un puesto de observación de la Zona Desmilitarizada

Pence, en un puesto de observación de la Zona Desmilitarizada / periodico

ADRIÁN FONCILLAS / PIONYANG (ENVIADO ESPECIAL)

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La sentada espera del final del conflicto norcoreano ha quedado atrás y urgen vías más briosas. Lo ha dicho en Seúl esta mañana Mike Pence, vicepresidente de EEUU, aludiendo a la política de Obama: “La era de la estrategia de la paciencia ha terminado”. El enviado de Washington ha empezado su viaje asiático con la temperatura a punto de ebullición en la península coreana.

Estados Unidos pretende la seguridad de la zona “a través de medios pacíficos, de la negociación, pero todas las opciones están sobre la mesa”, ha concretado Pence a su llegada a Seúl. Sus próximos 10 días en Asia tienen el problema norcoreano como prioridad. Después de Corea del Sur viajará a Japón para reafirmar sus compromisos de defensa. La diplomacia de Washington hace horas extras en el continente después de que el presidente Donald Trump hubiera prometido lo contrario con su política de “América primero”. Los tradicionales aliados estadounidenses en la zona agradecen la atención después del pánico experimentado cuando Trump les advirtió en las elecciones que deberían defenderse por sí solos y amenazó con retirar sus tropas si no pagaban la factura íntegra. En aquellos días, Trump ignoraba la retahíla de violaciones de derechos humanos de Corea del Norte, sugería cierta admiración por las agallas de Kim Jong-un por imponerse a todos los militares tras la muerte de su padre y no descartaba reunirse con él para compartir una hamburguesa.

COLECCIÓN DE AMENAZAS

La “paciencia estratégica” de Obama, que combinaba la presión diplomática con el ahogamiento económico, ha sido ciertamente estéril: el régimen está más fuerte que nunca, solo la población sufre las sanciones y el ritmo de lanzamiento de misiles se ha disparado. Pero no ha sido peor que el resto de políticas de Estados Unidos en los últimos 70 años y se antoja menos ingenua que pretender que Corea del Norte rinda sus armas con una colección de amenazas.

Pionyang ha recuperado la cotidiana normalidad después de los intensos festejos por el 105º aniversario del nacimiento del fundador de la nación, Kim Il-sung. La población ha asistido a sus puestos de trabajo en un día soleado sin aparente preocupación por la tensión en la zona. Los norcoreanos han aprendido a vivir en esa dinámica de tensión-distensión que se alarga durante décadas.

La Casa Blanca busca hoy la ayuda de sus aliados y de China sin descartar la solución unilateral. Trump ha multiplicado los mensajes y actos que sugieren más lo segundo que lo primero. Una flota de ataque con un portaviones nuclear y varios buques cargados de misiles arribará a aguas que solo distan 200 kilómetros de la zona donde supuestamente Corea del Norte prepara su sexto ensayo nuclear. En las últimas horas ha pasado de denunciar la desidia china a aplaudir su colaboración. Pence ha pedido este lunes a Pekín que utilice su “extraordinaria capacidad de presión”.

LA ZONA DESMILITARIZADA

Pence ha subrayado el mensaje con una visita a la Zona Desmilitarizada (DMZ, por sus siglas inglesas), el último fósil de la guerra fría. Mide 4 kilómetros de ancho y 238 de largo a lo largo del paralelo 38. La zona divide el país desde el final de la guerra de Corea (1950-1953), que terminó con un armisticio nunca refrendado por un tratado de paz, por lo que ambos países siguen en estado teórico de guerra. Aquel armisticio fija cuánto personal y qué armas son admitidas en la DMZ y prohíbe a las tropas de ambos lados pisar la línea de demarcación, que sirve de frontera física. Ahí ha mostrado Pence su emoción por pisar el mismo lugar donde su padre luchó, según él, para “ayudar a conseguir la libertad”.

El fin de semana transcurrió sin el anunciado ensayo nuclear. A cambio, Corea del Norte lanzó un misil que estalló tan pronto salió de la plataforma. El fracaso sirvió al menos para aclararle a Estados Unidos que ni la presencia de los enviados de Washington en la zona, ni las amenazas de ataques preventivos ni sus barcos la impresionan.