«Da pena pero ya no lloro»

Muchos vecinos de Lampedusa culpan a la UE del drama y recelan de sus recetas

ANA ALBA / LAMPEDUSA

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El mar de Lampedusa era ayer un espejo de azules y verdes tornasolados. El buen tiempo serenó las aguas y abrió el camino a otra embarcación procedente de Libia con 200 personas a bordo que aspiran a una nueva vida en Europa. La Guardia Costera italiana la divisó sobre las 7 de la mañana y la escoltó hasta el puerto de Lampedusa.

«A partir de ahora, cada día van a llegar barcas llenas de gente porque ya tenemos buen tiempo y buena mar. Hace 20 años que las veo entrando en el puerto», comenta el camarero de un restaurante del muelle. «Al principio llorábamos cada vez que llegaba una barca. A mi me sigue dando la misma pena, y más ahora, que hay tantos muertos. Pero ya no lloro. Lamentablemente me he acostumbrado».

En la televisión están entrevistando a la ministra de Defensa italiana, Roberta Pinotti, antes de participar en un debate sobre el drama de la inmigración en el Mediterráneo y las contundentes medidas que hoy discutirán los jefes de Estado y de Gobierno de la UE.

«Menuda idea... ¿Ahora qué van a hacer, disparar contra los barcos? ¿Y creen que los destruirán todos? ¿Y cómo lo harán, llegarán los soldados europeos hasta las playas de Libia?», se pregunta el camarero. «Esto es una vergüenza», sentencia.

Un drama histórico

Muchos habitantes de Lampedusa fruncen el ceño ante los planes de la UE, la primera, su alcaldesa, Giuseppina Nicolini«Hay que instituir una operación humanitaria. Los inmigrantes no son personas armadas, ¿por qué tenemos que hacer una operación militar en su contra?», cuestiona Nicolini ante unos pocos periodistas extranjeros.

«Son personas que requieren ayuda, que se ahogan. Necesitamos un cambio histórico en la política europea porque el drama que se está viviendo es histórico, no se puede aguantar más que tengan que ahogarse porque se les niega la entrada en Europa», manifiesta Nicollini.

Para la alcaldesa, cerrar las fronteras no es la solución. «Es imposible hacer eso en el mar, no veo como se puede continuar con esta gran hipocresía. No se puede construir un muro en el mar, aunque muchos lo harían si pudieran. En vez de esto deberían tomar las riendas de este proceso urgentemente y no dejarlo en manos del crimen organizado», señala.

«Ahora, en Europa no se puede entrar ni para pedir asilo ni para trabajar. Hay que dar posibilidad a estas personas de pedir ayuda, a las que escapan de la guerra, y gestionar también correctamente la llegada de los que vienen a trabajar. Hace falta una política migratoria común», subraya la alcaldesa italiana.

Lo mismo piensa Caterina, dueña de una tienda de modas de la zona peatonal de la Via di Roma, donde se pueden comprar alpargatas españolas y bikinis de diseño. «No se pueden permitir 700 muertos en un día, más de mil en una semana. Son seres humanos. Quizás Europa aún no ha abierto los ojos sobre esta cuestión, y digo Europa porque me parece que Italia está haciendo lo posible por los inmigrantes», opina Caterina.

«Europa debería despertarse y crear un canal humanitario para que estas personas puedan partir de origen de manera legal, dar asilo a los refugiados políticos y permitir que vayan al país que quieran. Algunos desean unirse a sus familias que ya están en el extranjero, en otros países de Europa, no en Italia», propone Caterina, preocupada porque el turismo en Lampedusa está disminuyendo.

A Maurizio, un jubilado que descansa en un banco de la plaza Garibaldi, le parece que acabar con las embarcaciones de traficantes «no es tan mala idea, aunque al final no será muy operativo».