Trump viaja a México tras meses de insultos al país vecino

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bgasulla35333589 everett wa august 30 republican presidential candidate d160831083429 / AFP / MATT MILLS MCKNIGHT

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Donald Trump ha viajado al país de sus obsesiones, el país fronterizo al que ha convertido en el principal chivo expiatorio de los problemas de Estados Unidos. Pocas horas antes de pronunciar un esperado discurso sobre inmigración en Arizona, el candidato republicano a la Casa Blanca tenía previsto reunirse con el presidente Enrique Peña Nieto en su residencia oficial de Los Pinos. La visita ha generado incomprensión en México, dado que fue su presidente quien invitó al hombre que quiere construir un muro entre los dos países, pero es una buena noticia para Trump. No solo le otorga legitimidad como estadista, sino que le permitirá presentarse ante los estadounidenses como un político dispuesto a dialogar con quien sea para defender sus intereses.

Más difícil resulta comprender los motivos de Peña Nieto, el mandatario mexicano más impopular de las últimas décadas, con unos índices de aprobación que apenas superan el 20%. No hace tanto, el pasado mes de marzo, el líder del PRI comparó a Trump con Hitler y Mussolini para condenar su “retórica estridente” dirigida a los mexicanos y ha reiterado que no pagará el muro con el que el multimillonario neoyorquino quiere empapelar los 3.185 kilómetros de frontera común. Pero, el pasado viernes, Peña Nieto sorprendió a propios y extraños al invitar a Trump y a su rival demócrata, Hillary Clinton, a visitarle en su residencia de Ciudad de México. El primero olió la oportunidad y aceptó alentado por sus asesores, conscientes de que su candidatura está en caída libre; la segunda agradeció el gesto pero lo dejó para otro momento.

“Creo en el diálogo para promover los intereses de México en el mundo y, principalmente, para proteger a los mexicanos dondequiera que estén”, dijo después el presidente mexicano para justificar su decisión.

El "enemigo"

Lo cierto es que sin haber demonizado a México, seguramente Trump no estaría donde está. El país azteca fue el principal elemento del salto inicial de su campaña hace más de un año. Aquel 16 de junio del 2015 prometió levantar un muro en la frontera común y acusó al país vecino de exportar “violadores”, “criminales” y narcotraficantes a EEUU. Más tarde describió al tercer socio comercial de Washington como un “enemigo”, lo convirtió en uno de los principales responsables de la desindustrialización de su país e incluso amenazó con confiscar las remesas que los indocumentados mexicanos envían a casa si México se niega a costear los más de 8.000 millones de dólares que costaría, según sus propios cálculos, la “hermosa” barrera de cemento.

El martes Trump aceptó la invitación a través de las redes sociales, la primera vez que se reunirá con un mandatario extranjero desde que obtuvo la nominación republicana. “Espero impacientemente encontrarme con él mañana”, escribió en Twitter. Pero al otro lado del río Grande, la estupefacción fue la nota dominante. “No nos gusta, no le queremos, rechazamos su visita”, dijo a la CNN el expresidente Vicente Fox, quien dijo no haber entendido los motivos de Peña Nieto: “Trump está utilizando a México, está utilizando al presidente Nieto para recuperarse en los sondeos”. Algo parecido afirmó la exprimera dama Margarita Zavala. “No es bienvenido. Los mexicanos tenemos dignidad y no aceptamos su discurso de odio”.

De acuerdo con la prensa mexicana, Trump tenía previsto reunirse con Peña Nieto durante 90 minutos en Los Pinos para viajar después a Arizona, donde debía de pronunciar un discurso sobre inmigración. Esa última cita ha despertado enorme expectación porque debería servir para aclarar si está dispuesto a suavizar su postura, como ha sugerido en las últimas semanas, o mantendrá sus planes draconianos para deportar a los 11 millones de simpapeles que hay en EEUU.