Alemania, el país que esperaba un atentado
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
CARLES PLANAS BOU / BERLÍN
La sucesión de atentados de Francia y Bélgica había inoculado en los alemanes la sensación de peligro inminente. Población y autoridades hace meses que temían sufrir en cualquier momento un atentado terrorista en su territorio. Ese nerviosismo se puede palpar en las calles. Cada vez que se produce un ataque, una agresión o un abuso sonado Alemania contiene el aliento temiendo la confirmación de que sea un gesto yihadista.
Es el miedo a la venganza de los yihadista por la cada vez mayor presencia militar de Alemania en el mundo para combatir a Estado Islámico. Esa excepcional medida, que ha llevado al gabinete de Merkel a ampliar el ejército por primera vez desde el fin de la Guerra Fría o a construir una base militar en Turquía, aumenta las probabilidades de sufrir las represalias del yihadismo.
Actualmente, el terrorismo se ha convertido en el principal miedo de sus ciudadanos. Desde principios del 2016 los niveles de percepción sobre la inseguridad se han disparado a niveles nunca antes vistos. Un 77% de la población se muestra muy preocupada por un ataque en su territorio, según un estudio. “2016 es el año del miedo”, apuntó Manfred Schmidt, politólogo de la Universidad de Heidelberg, en ese estudio.
El aumento de los ataques perpetrados por lobos solitarios en Europa y los casos de agresiones en los que se han visto envueltos solicitantes de asilo ha aumentado el rechazo de muchos alemanes a los refugiados. En septiembre del año pasado el país aplaudía la apertura de puertas impulsada por Angela Merkel a la gente que huía de la guerra. Casi un año más tarde los alemanes se han vuelto desconfiados.
La incesante marea humana de 1,5 millones de refugiados, la cada vez más popular retórica xenófoba de la ultraderecha y escándalos como los abusos sexuales perpetrados en Nochevieja en Colonia han acentuado ese miedo colectivo. Así, un 68% de los ciudadanos teme el extremismo político y un 67% cree que la creciente inmigración puede alimentar la tensión en el país.
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