VIOLENCIA EN AMÉRICA LATINA
México despierta
Al cumplirse hoy 104 años del inicio de la revolución mexicana, el grado del clamor de este jueves por la noche tendrá un tono inédito y marcará la deriva de la protesta, casi dos meses después de la matanza de Iguala y la desaparición de los 43 estudiantes de Magisterio de Ayotzinapa. El tradicional grito de «Zapata vive, la lucha sigue» se verá superado por la exigencia de justicia, alto a la violencia y un cambio que frene la degradación del país. «Estamos a punto de un estallido social», opinan varios líderes de organizaciones civiles. «Despierta una sociedad que estaba adormilada», afirman.
Tres modestas caravanas de padres y alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa han recorrido durante seis días los estados del norte y el sur de México, así como Guerrero, y este jueves encabezarán tres manifestaciones que irán a converger en el Zócalo, la gran plaza de la capital, como dardos al corazón del país. Protagonistas de una protesta creciente, muchos estudiantes aseguran: «Vivimos los albores de una primavera mexicana». Otros mexicanos se muestran escépticos pese a coincidir en la zozobra y el hartazgo: «Lo más probable es que no pase nada. Todo va a seguir igual».
PESIMISMO
Algunos son aún más pesimistas. «De momento todo parece indicar que estamos entrando en un invierno político muy oscuro; hay protestas, pero no se ven señales de que se acerque un cambio», opina el antropólogo Roger Bartra. El Gobierno «tendría que inventar una nueva estrategia para enfrentar al crimen organizado, pero nadie sabe hacia dónde podría ir el nuevo rumbo». La izquierda «se encuentra en la situación más crítica que haya vivido jamás» y con «las manos manchadas de sangre», por el exalcalde de Iguala y el exgobernador de Guerrero.
«¡Los partidos políticos nos valen madres!», clamaba tres días atrás Omar García, portavoz de los estudiantes 'normalistas' de Ayotzinapa, en un mitin en Oaxacas. García añadió: «Y queremos que saquen las manos de nuestro movimiento, no queremos que se cuelguen de nuestro dolor, porque todos son la misma mierda». Los estudiantes y las familias de sus compañeros desaparecidos convocan a «la construcción de un gran movimiento nacional», cuyo primer objetivo sería localizar, no solo a los 43 estudiantes, sino también a «los 30.000 desaparecidos víctimas del crimen organizado en el país».
MÚLTIPLES PROTESTAS
Las protestas se han extendido estos días. Con todo tipo de formas, como poner una veladora a la puerta de la casa al anochecer o gritar en los minutos 43 de los partidos de fútbol. «No son 43; los desaparecidos son miles. La no acción también es pecado», sermonea el cura en la parroquia. Algunos coches lucen calcomanías con el lema 'los 43 vivos' y, al revés que otras veces, muchos apoyan a bocinazos a los manifestantes.
La ira estudiantil se ha agravado con los disparos de un policía que hirieron a un alumno en el campus de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una auténtica ciudad con 400.000 estudiantes y profesores. La salida sur de la capital ha estado tres días cortada por los universitarios, como el sábado lo fue por la gente del pueblo de Tres Marías, kilómetros más allá, en el que secuestraron a un taxista de 25 años. Los manifestantes más radicales --denunciados como infiltrados en algunos casos-- han quemado varias sedes del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), no solo en Guerrero, sino también en Veracruz y Oaxaca. El destacado militar retirado José Gallardo advierte incluso: «El Gobierno tiene que ser muy cuidadoso porque puede provocar una guerra civil».
UN FRENTE CIVIL
Como los zapatistas de Chiapas 20 años atrás, son muchos los que invocan el artículo 39 de la Constitución: «La soberanía de la nación reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se constituye para beneficio de este. El pueblo tiene todo el tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno». Diversas organizaciones civiles y líderes de opinión piden la «creación de un frente unido de la sociedad civil» que conduzca este «despertar de la nación».
Roger Bartra considera que «hay una gran decepción ante el camino que sigue la democracia». Señala que «se extiende una actitud antipolítica que desconfía de los partidos y de las élites», precisamente «cuando se abre la confrontación electoral del 2015, para elegir a diputados y a varios gobernadores. El antropólogo no cree que «esa postura antipolítica tenga buenos resultados»; opina que «sin duda es un muy mal tiempo para hacer política en México».
El historiador Lorenzo Meyer cree por el contrario que sí deben crearse nuevas organizaciones, porque «han fallado de todos los partidos políticos y las instituciones gubernamentales --políticas, económicas, militares y jurídicas-- no han funcionado en beneficio de la sociedad mexicana». Meyer dice: «El papel del poder ahí está, pero la sustancia del Estado no está. La sustancia del poder es que no pueden encontrar a 43 estudiantes. Dios santo, entonces, qué Estado tenemos. ¿O tenemos Estado?»
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