IMAGINATIVA PROPUESTA DE LA JEFA DE ESTADO SUDAMERICANA

Otra capital para Argentina

La presidenta Kirchner especula con la idea de arrebatar a Buenos Aires la capital y trasladarla al centro del país La mandataria fantasea con un rediseño territorial entre algunas chanzas

ABEL GILBERT
BUENOS AIRES

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Santiago del Estero se levanta a orillas del río Dulce, unos 1.070 kilómetros al noroeste de la capital argentina. Es la ciudad más antigua de este país que aún se mantiene en pie: la fundaron el 23 de diciembre de 1553 y, todavía, en cierto sentido, sigue ligada en sus costumbres a ese pasado que vino con la espada y la cruz. El conservadurismo es tan fuerte como el calor y la pobreza, que llega al 50%. Se la conoce por su música rítmica y vivaz, la chacarera, sus comidas, a las que no le falta el picante, y sus siestas prolongadas. Después del almuerzo, y para escaparle al sol flamígero, los santiagueños se refugian en sus casas. Cuando los rayos duelen menos, vuelven a la actividad.

Nadie ha podido cambiar estas rutinas. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner imaginó, no obstante, a la imperturbable Santiago como posible capital argentina. «Es una idea que tenemos que discutir y pensar entre todos los argentinos», declaró esta semana.

CFK fue hasta la ciudad de los reposos sosegados a inaugurar viviendas y dos edificios administrativos. Uno de ellos tiene 24 pisos. Otro, 18. Ya la han bautizado como las torres gemelas. Esas nuevas estructuras, con su preminencia del vidrio y el acero, tan extraños al entorno, llevaron a la presidenta a pensar en una Santiago capital como parte de «un diseño territorial diferente».

«Queremos una capital en el corazón del país y lejos del puerto», corroboró, de inmediato, el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez. Ningún líder político le había asignado antes a esa provincia, del mismo nombre, un lugar relevante. Santiago es un lugar de paso para el turismo local: a 70 kilómetros se encuentra Río Hondo, el balneario termal más importante de Sudamérica.

No faltaron las chanzas de algunos dirigentes opositores, y más en medio de una jornada como la de ayer, marcada por la tercera huelga del sindicalismo opositor. La presidenta recordó que, el suyo, no es el primer intento de quitarle la capital a Buenos Aires. Dijo  que en 1986, cuando el presidente Raúl Alfonsín quiso refundar la la capital en Viedma, 800 kilómetros al sur, donde empieza la Patagonia, ella y su esposo, Néstor Kirchner, entonces ignotos dirigentes, apoyaron el proyecto con entusiasmo.

El radicalismo

La iniciativa de Alfonsín rescataba un antiguo ideario de su partido, el radicalismo, y apuntaba a la descentralización del poder político, desarrollar las inversiones en el interior y reformular el carácter federal del Estado. Para el primer presidente de la transición democrática, Argentina debía «crecer hacia el sur, hacia el mar y hacia el frío». El proyecto, resistido por el peronismo, fue perdiendo fuerza a medida que Alfonsín se acercaba, agónicamente, al final de su mandato, en 1989. Y desde entonces, hasta esta semana, casi nunca se volvió a hablar de este tema.

El diputado Ricardo Alfonsín, hijo del extinto mandatario, se mostró a favor de trasladar la capital. De retomar esa idea, su padre se sentiría reivindicado. Para Alfonsín es un asunto que vale la pena ser discutido. En Santiago, la expectación es reducida. Suponen que el entusiasmo es pasajero y que todo seguirá como estaba.