La oposición se lanza al acoso y derribo de Roussef

La presidenta del Brasil, Dilma Rousseff, acompañada del exdirigente de su partido y expresidente Lula da Silva.

La presidenta del Brasil, Dilma Rousseff, acompañada del exdirigente de su partido y expresidente Lula da Silva.

EDU SOTOS / RÍO DE JANEIRO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El Gobierno de Dilma Rousseff y la hegemonía del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil está a un paso de volar por los aires. A la complicada situación económica del país, con una inflación cercana al 9% y una contracción del crecimiento del 1,5% prevista para 2015, se le ha unido en los últimos meses una campaña mediática sin precedentes a favor del 'impeachment' o anulación de su Gobierno. Una posibilidad que muchos no han dudado en calificar de «golpe encubierto».

Cansada de soportar todo tipo de acusaciones en su contra, esta semana Rousseff pasó al contraataque con un mensaje claro para el senador del Partido de la Social Democracia de Brasil (PSDB), Aécio Neves: «Quien es golpista lo demuestra en la práctica con sus actos». Derrotado en las presidenciales de octubre de 2014, el líder de la oposición no ha cesado desde entonces en su empeño por relacionar a la presidenta con los escándalos de corrupción en torno a la petrolera semiestatal, Petrobras.

Ofendido, Neves negó ser un golpista y recordó la investigación llevada a cabo por el Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU) para averiguar si el Gobierno falsificó la contabilidad oficial correspondiente al ejercicio fiscal 2014, año electoral. Según el PSDB, el Ejecutivo empleó 4.991 millones de euros extra para tapar los agujeros de una economía que empezaba a hacer aguas a pocos meses antes de las elecciones presidenciales. Una versión que, en caso de ser respaldada por el organismo, podría ser motivo suficiente para convocar la votación de un 'impeachment' en el Congreso Nacional el próximo mes de agosto.

A esto se sumaría la investigación del Tribunal Superior Electoral (TSE) que analiza las donaciones a la campaña presidencial de Rousseff por parte de empresas investigadas por la Operación Lava Jato de la Policía Federal contra la corrupción en torno a la petrolera semiestatal Petrobras. Sin embargo, es aquí donde toda la teoría de Neves se desmonta ya que, si bien la campaña de Rousseff recibió 18,7 millones de euros de las empresas corruptas, la del líder del PSDB obtuvo al menos 9,8 millones de euros.

Sin embargo, el verdadero mazazo a la estabilidad del Gobierno de Rousseff llegó el viernes cuando el polémico Eduardo Cunha, presidente del Congreso de los Diputados por el Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), partido del vicepresidente Michel Temer, anunció su ruptura personal con el Gobierno al que acusó de dirigir una campaña en su contra después de que la Justicia le acusase de exigir un soborno de 5 millones de dólares a una de las empresas investigadas en la Lava Jato.

FALSOS RUMORES

«Voy a reventar el Gobierno», habría declarado Cunha antes de su anuncio, por lo que no son pocos quienes ya hablan de un escenario similar al que describe la teoría del «Golpe suave» del politólogo norteamericano Gene Sharp. Una estrategia sutil que combina ataques a la economía, denuncias de corrupción, divulgación de falsos rumores... con el objetivo último de facilitar la caída del Gobierno. Tal vez eso podría explicar como Rousseff ha pasado de tener un índice del 40% de aprobación a apenas un 9%, el más bajo de la democracia brasileña, en apenas siete meses desde que inició su segundo mandato.

«No voy a caer, sería una debilidad», fue el titular de la última entrevista concedida por la presidenta al prestigioso diario 'Folha de Sao Paulo' el pasado 7 de julio, elevando aun más el tono de su desafio contra quienes la acusan de corrupta. Unos días antes, centenas de movimientos sociales y personalidades del país lanzaron un Manifiesto Antigolpista en apoyo a Rousseff y contra «la ruptura de la legalidad democrática en el país». Un manifiesto que contó con el impulso del expresidente Lula da Silva quien declaró que «el tiempo del golpismo pasó para nunca volver».

«El golpismo en Brasil es desesperado y resentido. Dilma fue elegida legítimamente pero ellos no se conforman y por eso están creando una cortina de humo como única manera de hacer oposición», explicó a EL PERIÓDICO el fundador del PT y exasesor de la presidencia en el mandato de Lula, el dominico Frei Betto. Para el religioso, de 70 años de edad, las posibilidades de un «golpe Paraguayo», similar al que derrocó al expresidente Fernando Lugo en 2012, está «en el aire».

A pesar de reconocerse «defraudado» con la nueva política económica de corte neoliberal de Rousseff  y de anhelar el liderazgo de Lula, este clásico de la política y autor de 61 libros no dudó al hacer su diagnóstico contundente de la situación del país: «Puede que Rousseff se equivoque y que el PT haya perdido el rumbo, pero puedo asegurar que de todos los gobiernos que ha tenido Brasil este ha sido el menos malo».