CRISIS HUMANITARIA EN EUROPA
Las oenegés arremeten contra el plan de devoluciones masivas de refugiados a Turquía
Silvia Martinez
Periodista
SILVIA MARTÍNEZ / BRUSELAS
La Unión Europea y Turquía han sentado las bases para negociar un acuerdo con el que poner orden a la crisis de refugiados más grave que vive Europa desde la segunda guerra mundial. Un plan que gira en torno a devoluciones masivas de inmigrantes y refugiados desde las islas griegas a territorio turco, sin importar si huyen de la guerra de Siria o de la inestabilidad de Irak. Quedan todavía flecos importantes por cerrar en los próximos 10 días, pero la iniciativa ya ha encendido todas las alarmas de organizaciones no gubernamentales e incluso la ONU, que alertan de la inmoralidad que esconde y dudan de la legalidad del pacto y de que respete el derecho al asilo.
La normativa comunitaria permite a los estados miembros rechazar las peticiones de asilo de personas procedentes de países que consideran seguros. La UE no dispone todavía de una lista europea de ese tipo -la está negociando- aunque Grecia hace varias semanas que decidió considerar a Turquía como país seguro con lo que a priori, según Bruselas, se cumple el requisito para devolver a ese país a los solicitantes de asilo. Esta interpretación, a juicio de la mayoría de las organizaciones no gubernamentales, no es válida. Turquía, sostiene Human Rights Watch, no puede ser considerado como país seguro ni para sirios, ni iraquís, afganos o de otras procedencias no europeas.
DE VUELTA A SIRIA
Aunque Ankara ha ratificado la Convención Europea de Refugiados, es el único país del mundo que la aplica con limitación geográfica, que no ofrece una protección efectiva y que repetidamente ha empujado a los solicitantes de asilo de vuelta a Siria. “No se debería utilizar a los refugiados como moneda de cambio”, advierte el director sobre derechos de refugiados de HRW, Bill Frelick, que alerta de que no han explicado cómo piensan garantizar que se evalúan de forma adecuada las necesidades individuales. “Muestra una alarmante miopía y una actitud inhumana para gestionar la crisis”, añade Amnistía internacional.
El foco de las críticas se centra en la fórmula de un sirio reubicado desde Turquía a Europa por cada sirio que acoja de vuelta de las islas. “Este burdo cálculo reduce a las personas a meros números, negándoles un trato humano y desechando su derecho a buscar protección”, lamenta Carlos Ugarte, de Médicos Sin Fronteras. “Cualquier devolución de individuos que no hayan visto considerada adecuadamente su solicitud o que son devueltos a un país donde no tienen derecho a protección internacional sería ilegal desde el punto de vista del derecho internacional”, recuerda Save the Children, que considera especialmente dañina para los niños la propuesta. “Va contra el derecho asilo, tal y como está garantizado en el artículo 8 de la Carta de Derechos Fundamentales”, añade el Consejo Europeo para el Refugiado.
BALCANES OCCIDENTALES
Del mismo temor se hace eco Oxfam, preocupada por las consecuencias del cierre de la ruta de los Balcanes occidentales para los inmigrantes irregulares y uno de los mayores logros celebrados por la UE. “La prohibición como una respuesta para detener la inmigración irregular nunca ha tenido éxito como estrategia”, recuerda Sara Tesorieri, asesora sobre política humanitaria, que pone el acento en que es Europa quien tiene ahora la responsabilidad de demostrar que sus planes cumplen con la legislación europea e internacional. Algo de lo que dudan hasta las Naciones Unidas. El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, mostraba su “profunda preocupación” este martes ante el Parlamento Europeo porque teme que el acuerdo puede esconder “una devolución sistemática de inmigrantes de un país a otro sin detallar las garantías de protección de los refugiados que establece el derecho internacional”.
La devolución, según consta en el acuerdo, se basará de momento en el acuerdo de readmisión bilateral existente entre Grecia y Turquía. Sus primeros ministros, Alexis Tsipras y Ahmet Davutoglu, se ha visto este martes de nuevo las caras en Izmir para tratar de acercar posturas sobre un principio de acuerdo que debe ahora negociarse a fondo y que ofrece a Ankara todas las demandas que puso sobre la mesa: más dinero para ayudarle a gestionar a los 2,7 millones de refugiados que tiene en el país, eximir a los turcos de visado para viajar a Europa desde junio, abrir nuevos capítulos en el proceso de adhesión y estudiar incluso el apoyo de Europa a la creación de zonas seguras en Siria.
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