El discurso del Estado de la Unión

Obama promueve impuestos más justos

Defiende su gestión económica ante los ataques electorales republicanos

Barack Obama camina por los porches de la Casa Blanca, ayer.

Barack Obama camina por los porches de la Casa Blanca, ayer.

RICARDO MIR DE FRANCIA
JERUSALÉN

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Ha quedado atrás la figura conciliadora, dispuesta a buscar consensos casi a cualquier precio. El presidente de EEUU, Barack Obama, se disponía a marcar esta madrugada un claro contraste entre sus políticas económicas y las de sus rivales republicanos, defendiendo el papel del Gobierno como instrumento necesario para moldear una sociedad más justa y próspera. Esos son algunos de los grandes ejes que trascendieron poco antes de su discurso del Estado de la Unión. También se esperaba que vuelva a recurrir al tono populista y combativo de los últimos meses, consciente de que la puerta de los conservadores en el Congreso hace tiempo que está cerrada.

El dicurso del Estado de la Unión es la cita más importante del calendario político de EEUU, aprovechada por los presidentes para trazar la agenda del año entrante, recubriéndola con grandes palabras que sirvan de espejo de su filosofía. En esta ocasión, la reelección está solo a diez meses y el Congreso se ha vuelto un terreno intransitable, de modo que ayer se esperaba que Obama aprovechase la atención del país para defender su candidatura a las elecciones de noviembre presentándose como el garante de la clase media ante la creciente desigualdad social y la depauperización de las condiciones de los trabajadores.

«Podemos tener un país donde cada vez a menos gente le vaya realmente bien, mientras que la mayoría apenas tiene para ir tirando», se disponía a decir, según uno de los extractos de su discurso. «O podemos restaurar una economía donde todo el mundo tenga oportunidades, aporte lo que le corresponde y juegue con las mismas reglas».

LAS REGLAS / El mensaje contiene desde una advertencia a Wall Street y los partidarios de la desregulación financiera a una apelación por un sistema fiscal más justo. «Es hora de aplicar las mismas reglas para todo el mundo», iba a decir aprovechando el enfado de la sociedad contra las concesiones a los bancos o contra los excesos asistencialistas de la política social. «No más rescates financieros, no más limosnas, no más subterfugios. Una América que prevalezca debe insistir en la misma responsabilidad para todo el mundo».

Obama pretende defender una vez más la subida de impuestos para los más ricos, un mensaje al que quiso poner cara invitando a la secretaria de Warren Buffet a presenciar el discurso desde el balcón de la primera dama. Hace unos meses, el multimillonario inversor de Berkshire Hathaway se alineó con las tesis del presidente, denunciando que su secretaria paga proporcionalmente más impuestos que él, cuando el país necesita ingresos para aplacar la monumental deuda.

El asunto está especialmente candente, después de que el candidato republicano a la presidencia Mitt Romney revelara ayer que solo paga un 14% a Hacienda, cuando las clases medias, que viven de trabajar y no de invertir, tributan hasta un 35%. Pero sus propuestas económicas, que incluyen un nuevo empujón al plan de empleo presentado el año pasado, han sido reiteradamente rechazadas por los republicanos. Obama se ha cansado de tenderles la mano y, como viene haciendo últimamente, parece dispuesto a a ponerlos en evidencia, aunque su agenda legislativa no vaya a ningún sitio. «Pretendo combatir el obstruccionismo con acciones y me opondré a cualquier intento de regresar a las políticas económicas que provocaron la crisis», pensaba decir.