Nuevo escándalo en Washington

Obama justifica el espionaje masivo e indiscriminado

Obama sube al 'Air Force One',ayer en la base aérea de Muffet en San José, California.

Obama sube al 'Air Force One',ayer en la base aérea de Muffet en San José, California.

IDOYA NOAIN
NUEVA YORK

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Bajo el prisma de la seguridad casi todo valía para la Administración de George W. Bush tras el 11-S y se ha comprobado que sigue valiendo para la de Barack Obama. El presidente de EEUU defendió ayer la legalidad y utilidad de dos polémicos programas de espionaje.

Uno es el queThe Guardian sacó a la luz el miércoles y por el que se accede desde hace siete años a registros de llamadas de estadounidenses. El otro, desvelado el jueves por el diario británico yThe Washington Posty llamado PRISM, da desde el 2007 a la Agencia de Seguridad Nacional, parte del estamento militar y el FBI acceso directo a los servidores de internet de nueve gigantes de la red como Microsoft, Google, Facebook, Skype, Apple, Youtube y Yahoo. Con ello puede acceder a la actividad en la red y a los contenidos privados de ciudadanos no estadounidenses.The Guardianinformó ayer de que el Gobierno de Londres también tuvo acceso a esta información.

Los programas de espionaje, según defendió Obama en California, son «legales y limitados» y «marcan una diferencia» en la capacidad de EEUU de «anticipar y prevenir potencial actividad terrorista». Criticando la revelación pública de los programas, dijo que estos están sometidos a «estricta supervisión por las tres ramas del Gobierno». Obama dejó claro que cuentan con aprobación jurídica y que congresistas de los dos partidos han sido informados de su existencia y amplias mayorías han ratificado los requerimientos legislativos para mantenerlos operativos.

«ELECCIONES COMO SOCIEDAD» / A un presidente que como candidato aseguró que las políticas de Bush de espionaje a sus ciudadanos plantea ban «una falsa elección entre las libertades que celebramos y la seguridad que damos» la Casa Blanca obviamente le ha cambiado. Ayer reconoció haber superado el «sano escepticismo» que tenía al llegar a la presidencia y añadió: «No se puede tener cien por cien de seguridad y también tener cien por cien de privacidad y cero inconvenientes. Vamos a tener que hacer algunas elecciones como sociedad».

Su elección pasa, según quedó claro, por defender una protección de libertades y derechos a los estadounidenses pero no al resto del mundo. El programa PRISM, según admitió el director de Espionaje Nacional, James Clapper, está amparado por la sección 702 de la ley de vigilancia de espionaje extranjero (FISA). Esa sección está «diseñada para facilitar la adquisición de información de espionaje extranjero que afecta a personas no estadounidenses que están fuera de EEUU. No puede ser utilizada para enfocarse intencionadamente en ningún ciudadano de EEUU, cualquier otra persona de EEUU o cualquiera localizado dentro de EEUU».

El propio Obama puso también el acento en la protección de derechos solo de estadounidenses al referirse al programa de registro de llamadas de una subsidiaria de Verizon, la segunda mayor telefónica de Estados Unidos. «Nadie está escuchando sus llamadas», aseguró el presidente, que justificó que solo se recopilan los «metadatos» (número y la hora de la llamada, localización y duración) y dijo que si estos permiten identificar una amenaza hay que solicitar permiso judicial para profundizar en el espionaje.

El problema de esas declaraciones es que los expertos alertan de que los metadatos representan otra forma de intrusión. Además, y segúnThe Wall Street Journal, el programa incluye a otras dos compañías telefónicas. El diario afirma que el espionaje abarca registros sobre correos electrónicos e historiales de búsqueda en la red (supuestamente no a contenidos) y afirma que la NSA también ha catalogado transacciones realizadas con tarjetas de crédito.

La Unión Europea expresó su «preocupación» por el espionaje llevado a cabo por los servicios secretos estadounidenses.