Obama: "Ahora, reconciliación"
El presidente de EEUU pide directamente a Castro que "no tema las voces diferentes del pueblo cubano"
Idoya Noain
Corresponsal en EEUU
Corresponsal en Estados Unidos desde 2001.
IDOYA NOAIN / LA HABANA (ENVIADA ESPECIAL)
Hace solo seis meses que el Gran Teatro de La Habana se rebautizó en honor a Alicia Alonso, la más ilustre bailarina de Cuba. Este martes, la nonagenaria leyenda ha acudido al coliseo, pero no ha sido ella sino el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien ha presentado a los cubanos y al mundo una delicada y brillante coreografía, en su caso dialéctica y política. Su discurso, pronunciado en la sala principal del teatro, bautizado en honor a Federico García Lorca, ha sido indudablemente histórico, franco y directo, una apelación a “comprender, escuchar y perdonar” que algunos cubanos de a pie que han podido seguirlo en directo por la televisión ya han empezado a memorizar.
Con Raúl Castro presidiendo el palco de autoridades en un teatro repleto de más de 1.000 invitados cubanos y estadounidenses, y salpicando su intervención de frases en español, Obama ha mirado al pasado, al presente y al futuro de las relaciones entre dos países enfrentados durante más de cinco décadas. Consciente de la compleja historia pero negándose “a quedar atrapado por ella”, ha llegado dispuesto “a enterrar el último vestigio de la guerra fría en las Américas” y a declarar iniciada “una nueva era”. Y aunque el foco ha sido un mensaje de empoderamiento y apoyo para el pueblo cubano, un mea culpa por la política de aislamiento impuesta durante más de 55 años por Washington y una promesa de no injerencia, Obama no ha huído de las reclamaciones directas a Castro de más democracia en la isla.
“No necesita temer una amenaza de EEUU (...) Y no necesita temer las diferentes voces del pueblo cubano y su capacidad de expresarse, reunirse y votar por sus líderes”, le ha dicho directamente a su homólogo cubano.
"LEVANTAR EL EMBARGO"
El mayor aplauso le ha llegado a Obama cuando, tras recordar sus llamadas al Congreso de EEUU a poner fin al bloqueo impuesto a la isla en 1961, ha insistido en que “es hora de levantar el embargo”. Pero en su último día de su histórica visita a la isla, Obama ha insistido en que ni siquiera esa “carga obsoleta sobre el pueblo cubano” puede esgrimirse como única razón de problemas en la isla.
“Incluso si levantáramos el embargo mañana, los cubanos no podrían desarrollar su potencial sin cambio continuado en Cuba”, ha dicho, abogando por “el libre y abierto intercambio de ideas”.
Como ya hiciera el lunes en su encuentro personal con Castro y en la posterior comparecencia ante la prensa, Obama ha evidenciado con su discurso que las diferencias entre ambos siguen siendo profundas. Y aunque el viaje haya tenido como uno de sus objetivos principales reforzar la cooperación económica y comercial entre los viejos enemigos, el mensaje político no podía ser más cristalino.
Además de abogar por "elecciones libres y demócraticas”, Obama ha defendido que “los ciudadanos deben ser libres de decir lo que piensan sin miedo, de organizarse, de criticar a su Gobierno y de manifestarse pacíficamente”. Y ha denunciado “detenciones arbitrarias de gente que ejercita esos derechos”, cuando precisamente al acabar su discurso mantenía en la recientemente reabierta embajada estadounidense un encuentro con 13 activistas y disidentes que han sufrido esas detenciones, a los que ha alabado por su "extraordinario valor".
FRIALDAD EN LOS APLAUSOS
En el palco de autoridades esas palabras, como las que han clamado por una “reconciliación” entre los cubanos de la isla y los del exilio, han sido recibidas con frialdad y los escasos aplausos al final de la intervención de 40 minutos han simbolizado más cortesía que aceptación. Y eso que Obama ha reiterado en su discurso que da la bienvenida a la crítica y el debate sobre las propias deficiencias democráticas en EEUU y también ha dejado un claro mensaje de no injerencia al decir que “EEUU no tiene la capacidad ni la intención de imponer el cambio en Cuba” y al prometer que Washington “no les impondrá nuestro sistema político ni económico”.
“El futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano”, ha proclamado también Obama, que con su discurso no buscaba alcanzar solo a los líderes políticos sino también dirigirse directamente a los cubanos, especialmente a los jóvenes, a los que ha alabado apasionadamente.
Al despedirse, Obama ha querido dejar un mensaje de optimismo tras recordar la historia conjunta de “revolución y conflicto, lucha y sacrificio y retribución”. “Ahora, reconciliación”, ha dicho, declarando llegado el “momento de que dejemos el pasado atrás y mirar a un futuro juntos, un futuro de esperanza. No será fácil. Habrá retrocesos. Llevará tiempo (...) Pero mi tiempo en la isla renueva mi esperanza y mi confianza en que es lo que el pueblo cubano hará”, ha asegurado. “Podemos realizar este viaje como amigos, como vecinos, como familia, juntos. Sí se puede”.
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