INMIGRACIÓN

Obama aborda con los líderes de América Central el alud de menores

IDOYA NOAIN
NUEVA YORK

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En las dos últimas semanas, y tras nueve meses en que 57.000 menores centroamericanos cruzaron sin papeles la frontera sur de EEUU, se ha empezado a detectar un descenso en esos cruces, pero el fenómeno persiste. Buscarle soluciones ha adquirido carácter de urgencia tanto para los países de origen como para el de destino y la búsqueda ayer llegó a la Casa Blanca, donde el presidente estadounidense, Barack Obama, recibió a sus homólogos de Honduras, Juan Orlando Hernández; Guatemala, Otto Pérez Molina; y El Salvador, Salvador Sánchez Ceren.

El mensaje de Obama a las tres naciones es que tienen que hacer más para convencer a sus ciudadanos, sobre todo a sus menores, de que no emprendan el viaje, que deben esforzarse en explicar públicamente las estrictas leyes migratorias de EEUU e intensificar el combate a los traficantes humanos. Washington está dispuesto a intensificar la colaboración con los tres países para combatir problemas socioeconómicos que laten tras la huida, como la violencia de bandas, que tienen 70.000 miembros en los tres países.

El diálogo no es fácil. Desde Centroamérica se subraya el vínculo de la inmigración con la violencia y el tráfico de drogas cuyo principal cliente es el vecino del norte. Y hay también desencuentros políticos. El presidente hondureño atribuyó parte de la responsabilidad de la emigración masiva de menores a «la ambigüedad que ha sido la marca del debate de la reforma del proceso de inmigración en EEUU».

PROBLEMAS EN EL CONGRESO / Esa reforma es una entelequia y ha vuelto a evaporarse la posibilidad de que avance en el Congreso. Por eso Obama, que ni puede contar con la colaboración de las cámaras para aprobar su petición de 3.700 millones de dólares, ha abierto las puertas a abordarla hasta donde pueda usando su poder ejecutivo. Una de las opciones que su Administración baraja es dar refugio a los menores centroamericanos más amenazados por la violencia. Empezaría con los menores hondureños, cuyos casos se estudiarían en Tegucigalpa, intentando así frenar el viaje a EEUU.

El programa podría extenderse a Guatemala y El Salvador. Sería la primera vez en que Washington da condición de refugiados a ciudadanos de un país que desde el que se puede llegar por tierra a EEUU.