CATÁSTROFE EN EL MAR

«Nos vemos en Alemania»

Decenas de inmigrantes llegados en embarcaciones precarias zarpan hacia Sicilia

Grupos de inmigrantes esperan a ser trasladados desde Lampedusa a Sicilia, este jueves.

Grupos de inmigrantes esperan a ser trasladados desde Lampedusa a Sicilia, este jueves.

ANA ALBA / LAMPEDUSA (Enviada especial)

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«¡Nos vemos en Alemania, 'inshallah' (ojalá)!», dice Muayem mientras saluda agitando la mano detrás de una verja, en el muelle del puerto de Lampedusa donde se encuentra el ferri que lo va a llevar a Sicilia.

Muayem, nacido en el campo de refugiados palestinos de Yarmuk, en Damasco (Siria), llegó a Lampedusa hace 17 días en un barco cargado con 270 personas, 100 de ellas sirias. El martes explicaba a este diario que su sueño era irse a Alemania, donde tiene parientes.

Sentado en el puerto junto a 250 inmigrantes más llegados en embarcaciones de todo tipo a Lampedusa y rescatados en el mar por la Guardia Costera italiana, asegura estar «contento y nervioso» ante la nueva etapa de su viaje.

Junto a él van varios sirios, nigerianos, eritreos, somalís, sudaneses, etíopes. Todos se sienten satisfechos por haber «logrado llegar hasta aquí», dice un nigeriano. Son las 9 de la mañana y llega al muelle un autobús lleno de inmigrantes que partirán a Sicilia, que sienten estar un paso más cerca de su sueño: vivir y trabajar en Europa en libertad y con dignidad. Se bajan hombres y unas pocas mujeres.

Los 'Carabinieri' (policía italiana) les ordenan colocarse por filas y sentarse en el suelo. «¿Alguien habla italiano?», pregunta un agente. Un sirio responde en inglés: «Árabe e inglés, ok». El policía contesta: «Aquí estamos en Lampedusa, Lampedusa es Italia y en Italia se habla italiano». Ninguno de los inmigrantes parece entenderle.

Son las 9.30 y el mismo autocar vuelve cargado de gente. Esta vez, también lleva a niños pequeños. Entre ellos se hallan Sabas, de 3 años, y Honest, de 6 meses, dos hermanos de Nigeria que van con sus padres.

Sabas mordisquea una manzana y se acerca a los 'Carabinieri' atraído por su uniforme, ajeno a la trascendencia del viaje que está a punto de iniciar. En unas horas se alojará en un centro para inmigrantes en Sicilia donde le facilitarán cobijo, ropa y comida. Pero luego partirá hacia un rumbo que ahora ni siquiera sus padres conocen. Quizás pidan asilo en Italia, quizás en otro país de la UE.

HUYENDO DE BOKO HARAM

«Llegamos hace nueve días en una barca de goma con 90 personas más. Tuvimos que pagar 1.200 dólares (unos 1.107 euros) por persona a los contrabandistas, pero por los niños nada. Antes viajamos de Nigeria a Níger, luego a Libia, donde lo pasamos muy mal, nos maltrataron», explica Tiyi, el padre de los pequeños. Asegura que abandonaron Nigeria para escapar del grupo yihadista Boko Haram. «Somos cristianos, Boko Haram atacó mi pueblo y teníamos mucho miedo de que nos matara», relata.

Tiyi señala que no tiene preferencia por ningún país de Europa como destino porque «seguro que estaré mejor que en Nigeria, nadie nos va a perseguir ni va a querer matar a mis hijos». Confía en que podrá desempeñar su oficio de pintor en cualquier rincón del Viejo Continente. Por cuestión de idioma, lo que le resultaría más fácil es ir a Gran Bretaña, pero sabe que es casi imposible, considera más factible refugiarse en Alemania o en algún país nórdico.

ANTIGUA METRÓPOLIS

Una madre de Gambia que lleva a una niña de unos 3 años también piensa que Gran Bretaña sería lo más sencillo por cuestión de lengua. «Como nos colonizaron los británicos, hablamos bien inglés», comenta sonriendo, pero con la certeza de que su antigua metrópolis no le va a abrir las puertas en concepto de reparación por los daños causados por la colonización.

Cerca de la joven gambiana, un nigeriano de 20 años saluda con una enorme sonrisa. «Estoy feliz, he llegado a Europa. Los italianos nos están tratando muy bien, en el centro de inmigrantes me han dado la mejor comida que he visto en mi vida», afirma. Cuenta que también huye de las matanzas de Boko Haram, que están causando el terror en su país. Poco antes de las 10 llega el tercer autobús cargado de inmigrantes. Los 'Carabinieri' repiten la operación: los sientan en el suelo y luego les mandan formar en una larga cola para embarcar.

ALEGRÍA E INCERTIDUMBRE

Entre las decenas de rostros que esperan ansiosos por subir al barco --esta vez enorme, seguro y bien acondicionado-- los hay que en los últimos días han tenido la generosidad de compartir su experiencia y relatar su tragedia. Verlos partir ahora con una sonrisa provoca una mezcla de alegría y pena por la incertidumbre que les espera.

Son casi las 11.00. Después del embarque de un puñado de pasajeros italianos con maletas, el barco zarpa. Suleiman, Kalik y Rami, tres eritreos de 17 años, lo siguen con la mirada hasta que se pierde tras un montículo. «Mañana iremos nosotros en ese ferri», revelan.