La transición en el país del Nilo
Mursi inicia consultas para lograr el consenso en un Egipto dividido
Durante 31 años, el expresidente egipcio Hosni Mubarak se encerró en el palacio presidencial de Abdin para firmar decretos y órdenes a espaldas de una población que contemplaba con apatía cómo la corrupción y la decadencia se apoderaban de Egipto. Pero la revolución del 25 de enero lo cambió todo y despertó en los egipcios una extraordinaria pasión por la política.
Ayer, el presidente electo, el islamista Mohamed Mursi, se encerró a en el palacio de Abdin para comenzar a estudiar la formación del futuro gobierno y lograr el consenso en un país dividido. Mursi tomará posesión dentro de unos días. Jurará el cargo ante el Tribunal Constitucional Supremo, al no poder hacerlo, como quería, ante el Parlamento, dado que la cámara fue disuelta por una orden de dicho tribunal. Sobhi Saleh, dirigente de los Hermanos Musulmanes, declaró ayer a la agencia egipcia Mena que el hecho de que Mursi jure ante el Constitucional no significa que reconozca la disolución del Parlamento.
Dado que sus poderes son limitados, Mursi se verá obligado a negociar cada paso con la Junta Militar. Su principal reto será aunar fuerzas con el resto de los partidos y ganarse la confianza del 48,3% de la población que apostó en las elecciones por su rival, el último primer ministro de Mubarak, Ahmed Shafiq.
De momento, Mursi comenzó el acercamiento con el Ejército en un encuentro con el jefe de la Junta Militar, Husein Tantaui, que remarcó que las Fuerzas Armadas «trabajarán a su lado para garantizar la estabilidad» del país.
EL PRIMER MINISTRO/ El presidente electo se reunió también con el primer ministro, Kamal Ganzuri, quien anunció su dimisión y la de todo el Gabinete, aunque seguirán en funciones hasta la investidura del nuevo presidente y el nombramiento de un nuevo Gobierno.
Los desafíos son enormes. Durante los próximos meses, los primeros de la presidencia de Mursi, Egipto deberá solventar la situación creada por la disolución del Parlamento -aún no está claro cuándo habrá nuevas elecciones-, elaborar la nueva Constitución y sentar las bases del Egipto posrevolucionario. Todo hace presagiar que será el comienzo de la auténtica lucha entre los Hermanos Musulmanes y los militares para consolidar su poder.
EL 'MURSÍMETRO'/ La población ha dejado, sin embargo, de ser un espectador pasivo. Ayer, mientras Mursi se hallaba en el palacio de Abdin, un grupo de activistas creó elmursímetro. Esta particular herramienta en forma de página web es un contador diseñado para estudiar cuántas promesas electorales cumplirá el dirigente de los Hermanos Musulmanes en sus 100 primeros días como presidente. La página desglosa las propuestas de Mursi en cinco apartados que resumen las principales preocupaciones del momento: tráfico, higiene, pan, energía y seguridad.
Los activistas parecen haberse tomado en serio las palabras de Mursi en su primer discurso como presidente electo: «No me obedezcáis si no cumplo mis promesas», dijo. A pesar de esta firmeza, su tarea se adivina complicada.
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