POLÉMICA EN ALEMANIA

Múnich construye una valla contra los refugiados de su ciudad

El distrito de Neuperlach-Süd levanta un muro de cuatro metros de altura para evitar el ruido y contacto con un albergue destinado a 160 inmigrantes menores

CONSTRUCCIÓN DE UN HOGAR PARA REFUGIADOS

CONSTRUCCIÓN DE UN HOGAR PARA REFUGIADOS / shp kno ASE PML

CARLES PLANAS BOU / BERLÍN

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En septiembre del año pasado Múnich mostró el lado más humano de Alemania al recibir entre aplausos a los cientos de refugiados que llegaban al país huyendo de la miseria de sus países y del bloqueo al que los había sometido el gobierno húngaro de Víktor Orbán. Poco más de un año después la situación en la potencia económica europea es mucho más tensa y la sociedad más dividida y crispada. Ahora, la capital Baviera ha mostrado una cara mucho más amarga al anunciar la creación de un muro que separe el residencial distrito de Neuperlach, al sureste de Múnich, con un nuevo albergue de refugiados que se encuentra a cien metros de distancia.

Según ha informado el medio local ‘Münchner Merkur’, el levantamiento de este bloque de cuatro metros de altura no fue un deseo directo del Ayuntamiento. Siete de las 55.000 personas que viven en este barrio denunciaron las intenciones del ejecutivo municipal de crear un campamento para los exiliados. Tras dos años y medio de litigios el consistorio desestimó su plan inicial de utilizar ese espacio como un parque en el que poder jugar a pelota y en verano claudicó ante las quejas para aceptar levantar ese muro de cuatro metros de altura argumentando que servirá como barrera de sonido para evitar los ruidos que se produzcan dentro de la zona donde viven los refugiados. “Este muro es absolutamente el contrario de lo que significa integración”, lamentó el político local Guido Bucholtz.

MÁS ALTO QUE EL MURO DE BERLÍN

Una de las principales quejas de estos vecinos es que el campo tiene la intención de acoger a hasta 160 refugiados menores no acompañados de cara a la primavera del año que viene. “No tenemos nada en contra del campamento de refugiados. La ciudad tiene que encontrar un sitio para ellos pero los que vendrán aquí harán mucho ruido y nosotros queremos vivir tranquilos”, aseguró Stephan Reich, uno de los siete demandantes, en declaraciones al diario Bild. Por eso, la decisión final de los juzgados remarcó que estará prohibido escalar el muro así como jugar a pelota. Otro de sus argumentos es que la llegada de refugiados a su barrio podría devaluar el precio de sus casas si no había algo que los separarse.

La medida ya ha empezado a levantar polémica en los medios nacionales. Sus cuatro metros convierten al muro de Neuperlach en una barrera hasta cuarenta centímetros más alta que el propio muro de Berlín, símbolo de la profunda división y represión alemana, algo que no es ignorado por los ciudadanos. A pesar de que según los ingenieros la altura de este muro es la necesaria para evitar el traspaso del ruido, políticos como Bucholtz, también vicepresidente del comité del distrito, han discrepado de la decisión, asegurando que cerca de otro alojamiento para refugiados en la ciudad la valla es de tres metros de altura. “No puede ser que a alguien se le otorguen privilegios y derechos especiales por el hecho de haber contratado a un abogado”, criticó. El muro será pagado por el bolsillo de los contribuyentes muniqueses.