CRISIS INTERNA EN EL LABORISMO

Un motín fulmina al primer ministro de Australia

Julia Gillard se convierte en la primera mujer al frente del Gobierno

Gillard, al llegar a la rueda de prensa que dio ayer en Canberra.

Gillard, al llegar a la rueda de prensa que dio ayer en Canberra.

SONIA DE VIANA
MELBOURNE

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Un fulminante motín en el propio partido en el Gobierno australiano ha cambiado el perfil político del país: desde ayer es femenino, por primera vez en su historia y al menos hasta octubre, fecha de las próximas elecciones generales. La hasta ahora número dos del Gobierno laborista, Julia Gillard, es la nueva primera ministra tras la renuncia presentada por su ya exjefe Kevin Rudd, un político intelectual y conciliador hasta la sepultura, que prefirió retirarse antes que presentar batalla contra su mano derecha al saber que ella contaba con el apoyo del 70% de la ejecutiva del partido.

Gillard dijo en rueda de prensa que «el Gobierno estaba perdiendo el rumbo». En todo caso, lo que es seguro que estaba perdiendo a chorros en los últimos meses era la popularidad, después de que la poderosa industria minera emprendiera una campaña contra la decisión de subir hasta el 40% los impuestos sobre sus dividendos. En represalia, el sector amenazó con paralizar proyectos de inversión por más de 14.000 millones de euros.

El Senado había propinado otro duro golpe a Rudd al tumbar su propuesta de ley sobre el comercio de emisiones de gases contaminantes. Con tanto castigo a la imagen del primer ministro y a su ambiciosa política medioambiental, el temor en las filas laboristas a un descalabro electoral en octubre hizo el resto.

CONCILIADORA / Gillard ya ha anunciado que cancelará la campaña publicitaria sobre la medida antiminera y que, si gana las elecciones, intentará sacar adelante la polémica legislación medioambiental «buscando el consenso, negociando y poniendo fin a la incertidumbre. Estoy abriendo la puerta a la industria minera y pido que, a cambio, la industria minera abra su mente», dijo la nueva primera ministra.

Otro asunto espinoso es la política de inmigración y asilo. «Soy comprensiva con la perspectiva de la gente de Australia. Quieren una gestión fuerte de nuestras fronteras y la voy a ofrecer», dijo Gillard.

La nueva primera ministra es abogada, tiene 48 años y emigró a los 4 desde Irlanda. Soltera y sin hijos, convive con un peluquero. Considerada una mujer de fuerte temperamento, gran comunicadora y gustosa de escuchar la opinión de otros, fue escorando su posición hacia la izquierda dentro del Partido Laborista y en el 2006 se alineó con Rudd, en lo que muchos calificaron de matrimonio político de conveniencia. Al año siguiente, el tándem derrotó a quien había sido primer ministro durante 11 años, el conservador John Howard. Dos años y siete meses después, el repentino divorcio ha convertido al descabalgado Rudd en el jefe de Gobierno más efímero de la historia del país.