La abogada "coraje" que lucha contra "la casta"

Entre la primera y segunda vuelta se ha pateado todos los mercados y barrios periféricos de la capital con el eslogan “coraje”. Coraje para cambiar. Es lo que ha explicado a los ciudadanos que, en los últimos tres años, han asistido atónitos a la revelación casi a diario de casos de corrupción que han afectado a toda la estructura municipal.

Los criminales de lo que se conoce como Mafia Capital -en conexión con las mafias tradicionales y la complicidad de todos los partidos- se han infiltrado en el engranaje del poder municipal y han logrado lucrarse de todo aquello a lo que han podido echar mano.

Virginia Raggi, una romana de 37 años, miembro de la formación de los indignados Movimiento 5 Estrellas (M5S), lo ha tenido fácil, con su cara joven, la limpieza de no haber tocado poder y la determinación de abogada. “Nos temen”, ha repetido durante la campaña, al tiempo que ha enarbolado con firmeza la bandera de la “transparencia antes de nada” de los indignados, guiados por el cómico Beppe Grillo, a quien hasta las multinacionales, fueran nacionales o extranjeras, han temido por lo que escribía sobre ellas en su célebre blog.

APOYO SINGULAR

Oficialmente, Raggi y su partido han concurrdo a esta elecciones solos, aunque en esta segunda vuelta, la Liga del Norte ha dado indicaciones a sus electores para que la voten, así como la derecha y la extrema derecha, en ambos casos con un “no, pero sí”. Raggi ni se ha inmutado ante apoyo tan singular.

Tres días antes de la segunda vuelta ha tenido que hacer frente a la denuncia por unos ingresos no declarados de unos 8.000 euros, cobrado por una asesoría a la sanidad pública. Sin duda, un aguijón para su reclamada transparencia.

Los adversarios le han reprochado su falta de experiencia. Antes de las elecciones, Raggi dijo que anunciaría los nombres de su equipo de gobierno, pero ha encontrado dificultades para completarlo. Su mayor obstáculo ha sido demostrar que, como alcaldesa, será independiente del partido. “Las decisiones serán concertadas”, ha repetido, lo que ha sido aceptado por los romanos.