Tensión en Oriente Próximo

El miedo, el dolor y la muerte regresan a la franja de Gaza

Cinco palestinos se sientan frente a un autobús destruido, ayer en Gaza.

Cinco palestinos se sientan frente a un autobús destruido, ayer en Gaza.

ANA
ALBA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El pánico y el dolor han regresado a Gaza. Tras el estallido de la tregua de 24 horas el martes por la tarde y el fracaso de las negociaciones entre israelís y palestinos, las bombas vuelven a tronar en la franja, la destrucción va arrasando el terreno y la lista de muertos y heridos aumenta. El miedo también se ha apoderado de los israelís -especialmente en el sur, que viven cerca de Gaza- porque grupos palestinos disparan de nuevo cohetes sobre Israel a destajo.

La operación militar israelí en Gaza no se ha acabado y promete ser larga, según subrayó ayer el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, en una rueda de prensa junto al titular de Defensa, Moshe Yaalon.

«Esta es una campaña continuada. La lucha contra el terror dura desde hace años», afirmó Netanyahu. «En las últimas semanas hemos asestado un duro golpe a Hamás. Hemos evitado, con el sistema de defensa Cúpula de Hierro, que miles de cohetes impactaran en nuestras comunidades y hemos destruido miles de cohetes», señaló.

«Hemos desmantelado sus capacidades en Judea y Samaria (nombre bíblico de Cisjordania) y sus intentos de dar un golpe allí. Estamos decididos a seguir la campaña con todos los medios de los que disponemos y no pararemos. Si disparan, responderemos siete veces», advirtió Netanyahu, que auguró «un nuevo horizonte diplomático» a la luz de los cambios en Oriente Próximo, «no todos malos», del que espera que el presidente palestino, Mahmud Abás, «sea una parte significativa».

COMO EL ESTADO ISLÁMICO / «La gente en Israel es fuerte y (Hamás) no nos cansará», sentenció y aseguró que el movimiento islamista palestino «es como el Estado Islámico» (grupo yijadista que combate en Siria e Irak y comete atrocidades). «Son ramas del mismo árbol. Nos enfrentamos a los mismos salvajes».

Hamás, que controla la franja de Gaza, también dice estar dispuesto a luchar hasta el final. Ayer advirtió a las compañías aéreas que no volaran al aeropuerto de Ben Gurion, cerca de Tel Aviv, a partir de las seis de hoy si no querían correr el riesgo de que sus aviones fueran derribados por algún cohete procedente de Gaza.

En julio, diversas líneas aéreas suspendieron sus vuelos a Tel Aviv durante dos días o 24 horas después de que un proyectil disparado desde la franja cayera cerca del aeropuerto internacional.

El diálogo entre Israel y Hamás se augura lejano y Gaza puede acabar con un nivel de destrucción irrecuperable durante años. Los muertos son ya 2.040 y los heridos, 10.200, según el portavoz del ministerio de Sanidad en la franja, Ashraf al Qidra.

Los bombardeos israelís mataron entre el martes por la noche y ayer a al menos 22 personas e hirieron a 104. Entre los muertos hay varios niños y mujeres, una de ellas embarazada. El Ejército israelí bombardeó diversos puntos en localidades como Gaza ciudad, Rafah, Jan Yunis, Deir el Balah y Beit Lahia.

ACUSACIONES MUTUAS / El hospital Al Shifa, de la ciudad de Gaza, vuelve a vivir la llegada frenética de ambulancias con cadáveres y heridos, además de haberse convertido en un campo de refugiados para 4.000 desplazados que viven al aire libre. Grupos palestinos han lanzado al menos 180 cohetes sobre Israel desde que la tregua se rompió el martes por la tarde.

Israel asegura que los palestinos violaron el alto el fuego con el lanzamiento de tres cohetes que cayeron cerca de la ciudad de Bersavé, en el sur de Israel. Pero Hamás dijo no tener noticias del disparo de estos proyectiles y acusó a Israel de haber atacado la casa de la familia Al Dalu en Gaza ciudad para matar al líder de su brazo armado, Mohamed Deif, y de haber «minado» las negociaciones en El Cairo para llegar a un acuerdo definitivo que pusiera fin a la guerra.

La delegación palestina se quejó de que Israel «se atrincheró» en sus posiciones y rechazó ofrecer apenas concesiones. Los israelís insisten en la desmilitarización de la franja y los palestinos reclaman el levantamiento del bloqueo que Israel mantiene sobre este pequeño trozo de tierra donde viven 1,8 millones de habitantes.