Crisis política en Chile

Michelle Bachelet pide la renuncia a todos sus ministros

Con este anuncio, la presidenta trata de frenar el deterioro de su imagen provocado por dos casos de presunta corrupción

La presidenta de Chile, Michelle Bachelet (c), durante su reunión con ministros miembros del Comité de Política, el miércoles 6 de mayo.

La presidenta de Chile, Michelle Bachelet (c), durante su reunión con ministros miembros del Comité de Política, el miércoles 6 de mayo. / FT/gln

ABEL GILBERT / BUENOS AIRES

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Les pedí la renuncia a todos los ministros, les voy a dar 72 horas para ver quién se queda y quién se va". La presidenta de Chile Michelle Bachelet ha decidido en la noche del miércoles dar un golpe de timón y tratar de enderazar un Gobierno atrapado en un laberinto desde que estallaron dos casos de presunta corrupción en el mismo corazón del poder político. En declaraciones al Canal 13 de Santiago, Bachelet insinuó que la reforma será profunda: "he considerado hacer una evaluación de gestión para determinar el equipo que me acompañará en un nuevo ciclo". Y añadió: “este es el momento para hacer un cambio de Gabinete (…) no quiero hacer cosas que resulten más mal”.

La presidenta, que en marzo pasado cumplió su primer año de gestión en medio de una abrupta caída de la popularidad, busca retomar la iniciativa luego de que salieran a luz las denuncias por tráfico de influencias y financiamiento indebido de la política que involucran a su hijo, Sebastián Dávalos, y al ministro del Interior, Rodrigo Peñalillo, respectivamente.

Creo que Chile vive una crisis de desconfianza”, reconoció Bachelet. Primero, estalló el llamado “Caso Penta”, una trama de evasión impositiva y desvío de fondos que vincula a un poderoso grupo empresario con la derecha pinochetista. Pero, de inmediato, se conoció el “Nueragate” y obligó a Dávalos a renunciar a su cargo en el Gobierno. Luego, la prensa descubrió el llamado “caso SQM”, en el que aparece nada menos el nombre de Peñalillo. La reciente medición de la encuestadora Adimark le da a Bachelet una aprobación del 31%. El Gobierno es, en tanto, desaprobado por un 70% de los consultados, cinco puntos sobre la medición anterior. Este desplome es solo comparable con el que tuvo el presidente de derechas, Sebastián Piñera, cuando enfrentó las protestas estudiantiles, entre 2010 y 2013.

Frente a las cámaras de televisión, Bachelet lamentó “no haber percibido, conocido bien lo que estaba pasando” cuando estalló el “Nueragate”, como se conocen las gestiones que hizo Dávalos frente a un banco para que su esposa, Natalia Compagnon, reciba un crédito millonario. Tras calificar a su hijo de “imprudente”, la presidenta dijo que “ha sido duro” constatar que la sociedad no le ha creído cuando dijo que se equivocó en este tema.

REACCIONES EN EL OFICIALISMO Y LA OPOSICIÓN

El anuncio de Bachelet tuvo inmediatas repercusiones en Nueva Mayoria, la coalición de Gobierno que integran distintas variantes del socialismo, la Democracia Cristiana y los comunistas. “Era algo que se veía venir. Era parte del comentario permanente. Creo que la Presidenta lo ha hecho de buena manera”, dijo el timonel del Partido Socialista (PS) Osvaldo Andrade, y pidió “mantener la tranquilidad” y la “confianza” en Bachelet.

Por su parte, el presidente de Renovación Nacional (RN, derechas) Cristián Monckeberg, calificó de “absolutamente necesario” del viraje político. 

La semana pasada, Bachellet había anunciado severas medidas para “erradicar las malas prácticas en la política, en los negocios y en la relación entre ambos”. La jefa de Estado prometió hacer transparente de manera completa el financiamiento de la política. “Eliminaremos los aportes anónimos y reservados y las empresas no podrán hacer aportes de ningún tipo. La transgresión de estas normas será considerada un delito. Será el Estado el que financie el funcionamiento de los partidos, para ello deberán cumplir con exigencias y controles claros”, dijo Bachelet.

También prometió cambios en la Constitución que erradiquen los últimos vestigios de la dictadura. Pero esos anuncios no detuvieron la crisis.