Merkel y Valls intercambian elogios y exigencias

Merkel y Valls, ayer tras su rueda de prensa conjunta en Berlín.

Merkel y Valls, ayer tras su rueda de prensa conjunta en Berlín.

J. M. FRAU / BERLÍN

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«No he venido a Berlín a pedir indulgencia. He venido para convencer de que Francia está en el camino de las reformas», dijo ayer el primer ministro francésManuel Valls, en Berlín, después de su primer encuentro oficial con la cancillera Angela Merkel. Consciente de que la situación económica de su país es objeto de críticas tanto en Bruselas como en Berlín, Valls mantuvo una actitud con la que quiso dejar claro que aparte de no pedir indulgencia, pretendía también exigir contrapartidas a Alemania. De esta manera, la comparecencia de los dos políticos se convirtió en un intercambio de elogios pero a la vez de exigencias recíprocas.

Merkel empezó alabando el «ambicioso y exigente» plan de reformas que le presentó el primer ministro francés, pero insistió en la necesidad de respetar el plan de estabilidad y crecimiento europeo, aunque admitió que el plan prevé también mecanismos de flexibilidad. Además, recordó que es la Comisión Europea la que debe analizar las cuentas de Francia. Por su parte, el primer ministro francés aseguró que su país asumiría sus responsabilidades, pero instó a Alemania a asumir las suyas, como impulsor del crecimiento de la Unión Europea: «A Alemania le interesa que nuestras reformas tengan éxito; a Francia le interesa que Alemania impulse el crecimiento en Europa», dijo.

Merkel se mostró de acuerdo en la necesidad de fomentar el crecimiento, aunque no a costa de gastar más dinero público. Apostó, en cambio, por una reducción de la burocracia y un desarrollo de la agenda digital. Valls aseguró comprender las dudas que la situación de su país genera en Alemania, por la elevada deuda pública, el desempleo creciente y la pérdida de competitividad, pero pidió tiempo y comprensión mientras recordaba que «Francia es un gran país, es la segunda economía de Europa», y aseguraba que «Francia no es el niño enfermo de Europa».

El Gobierno francés ha reconocido recientemente que será incapaz de reducir su déficit hasta el límite que establece la Unión Europea, un reconocimiento que ha provocado duras críticas, procedentes en gran parte de las filas de la Unión Cristianodemócrata (CDU), el partido que preside Merkel, y de la formación hermana de Baviera, la CSU. El día de la llegada de Valls a Berlín, el diario berlinés Tagesspiegel publicó unas declaraciones de Hans Michelbach, portavoz de finanzas de la CSU, que aseguraba que «la segunda economía de la UE se ha convertido en el mayor peligro para el euro».

La vuelta de Sarkozy

En un encuentro de dirigentes socialistas celebrado a finales de agosto, Valls abogó por el fin de la austeridad en Europa y criticó a la cancillera Merkel: «Alemania necesita también un crecimiento económico. Es hora de que los conservadores alemanes entiendan este mensaje», afirmó el primer ministro francés.

El regreso de Nicolás Sarkozy a la política francesa estuvo también presente en la comparecencia de ambos políticos. Valls marcó el camino al afirmar que no estaba en Berlín para hablar de un asunto de política interna francesa y destacó cuestiones de la política internacional que requieren mayor atención, como la situación en Ucrania o la amenaza terrorista del Estado Islámico, aparte de la crisis económica.

Merkel, a quien le preguntaron si sentía nostalgia de los tiempos de Sarkozy, desvió el tema hacia una cuestión de partidos, recordó que el partido del expresidente francés, la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y la CDU pertenecen a la misma familia política y deseó que tome la decisión correcta en la elección de su candidato.