Merkel da marcha atrás y cierra las puertas de Alemania a los refugiados

El Gobierno alemán quiere que los refugiados, en lugar de ir a su país, pidan asilo en el primer país de la UE al que lleguen

Manifestación de Pegida contra la política de Merkel sobre refugiados.

Manifestación de Pegida contra la política de Merkel sobre refugiados.

CARLES PLANAS BOU / BERLÍN

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Duro golpe para los refugiados sirios. Esta mañana Alemania ha vuelto a restablecer la Convención de Dublín para intentar reducir el número de llegadas de ciudadanos de Siria y forzar a los nuevos exiliados a pedir asilo en el primer país de la Unión Europea (UE) al que lleguen. Como ya avanzó ayer el ministro del Interior, Thomas de Maizière, Berlín también volverá a aplicar los controles en las fronteras, un importante giro en las políticas aperturistas seguidas hasta ahora.

La decisión de Angela Merkel supone un retorno a la legalidad jurídica de Schengen y de la normativa de libre circulación europea. A mediados de agosto la cancillera suspendió la aplicación de la Convención de Dublín expresamente para facilitar la entrada de refugiados sirios, lo que justificó por “razones humanitarias”. “La acción de Alemania pudo entenderse como un gesto valiente para defender los derechos humanos pero a la vez perdía legitimidad para criticar a los otros estados que tampoco cumplían con la normativa”, apunta Gemma Pinyol, investigadora especializada en migración del GRITIM de la Universidad Pompeu Fabra. La medida no se aplicará en Grecia, desbordada al ser el principal puerto de entrada a Europa de los refugiados. Las autoridades alemanas también estudiarán la “posibilidad realista” de enviar a los recién llegados a otros países de la UE.

Desde que se acentuó la crisis migratoria Alemania se había mostrado como la líder de la Unión Europa para ayudar a los refugiados pero ante el incesante alud de personas, la falta de colaboración de otros estados del continente para asumir cuotas y la creciente presión de la derecha Merkel se ha visto obligada a rectificar. El propio Maizière había pedido cambios recientemente a la cancillera, a la que los refugiados veían como una madre protectora, tras ser criticado por su gestión del asunto. Las exigencias de los länder, los diversos Estados que forman Alemania y que pedían nuevas ayudas y la reubicación de los refugiados, ha contribuido en la elección de unas medidas más contundentes para evitar nuevas entradas. “En este contexto la postura alemana no podía mantenerse mucho tiempo”, añade Pinyol.

ALEGRÍA DE LOS CONSERVADORES

La decisión de restablecer unas políticas más duras para frenar la llegada de refugiados ha evidenciado una vez más las discrepancias dentro del Gobierno federal en materia de migración. La medida se entiende como un gesto de Merkel para calmar a las bases más conservadoras de su electorado y especialmente al sector crítico de los democristianos de Baviera (CSU), aliados de la coalición de gobierno y partido hermano de la CDU. Por otro lado, la cancillera se ha encontrado la oposición del Partido Socialdemócrata (SPD), otro aliado de coalición de Berlín, y de la oposición parlamentaria. “Merkel ha estado entre la espada y la pared que suponen sus socios de gobierno”, remarca la investigadora alemana Frauke Büttner.

La ministra del Interior de Austria, Johanna Mikl-Leitner, ha sido una de las primeras en celebrar la decisión de Berlín. “Es el punto de inflexión de la cultura de acogida ilimitada y el regreso a una cultura de la razón y del sentido de la proporción”, aseguró la política conservadora. Quien también estará contento por esa medida es Horst Seehofer, presidente de la CSU y ministro presidente del Estado de Baviera, que se había convertido en el principal crítico de la Merkel. En las últimas semanas la creciente llegada de refugiados había acentuado las protestas de los políticos bávaros y la tensión con las autoridades austríacas, a quienes acusaban de desplazar a los refugiados en su territorio hacia Alemania.

Mucho menos entusiasmados han mostrado las organizaciones de ayuda a los refugiados y los partidos de izquierda, que han lamentado el endurecimiento de las políticas. “El Ministerio del Interior está a punto de paralizar por completo la Oficina de Migración y Refugiados”, criticó el director del Grupo Pro Asilo, Günter Burkhardt. Por su parte la presidenta del grupo parlamentario de Die Linke, Sahra Wagenknecht ha calificado la medida como un “gran fracaso” de Merkel.