«No tengo esperanzas»

La mayoría de los griegos anticipa tiempos muy difíciles, independientemente del resultado en las urnas Los productos no escasean pero nadie cree que los bancos abran mañana

Votando 8 A la izquierda, un niño sostiene el voto de su madre; a la derecha, un ciclista pasa ante un cartel en alemán de Atenas que dice 'no' pero que suena parecido al 'sí' en griego.

Votando 8 A la izquierda, un niño sostiene el voto de su madre; a la derecha, un ciclista pasa ante un cartel en alemán de Atenas que dice 'no' pero que suena parecido al 'sí' en griego.

CLARA PALMA HERMANN
ATENAS

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Escepticismo, vehemencia expectación. Las palabras de los griegos al salir de votar rezumaban emociones contradictorias. La mayoría presagiaba tiempos difíciles, independientemente del resultado. Eran pesimistas, pero nunca indiferentes; era unánime la idea de que el país se jugaba su futuro.

«Hemos cometido errores. También Europa ha cometido errores. Son los que nos han traído a este punto. La cuestión es emprender un camino en el que vaya a haber un mañana, que haya trabajo». Vestida de riguroso luto a sus 58 años, Amalía descansaba en el patio del colegio público número 350, en el centro de Atenas. Al final no pudo contenerse y exclamó que había que decir «no». «Pero es un cuchillo de doble filo, es difícil. Quiero estar en la Unión Europea, pero no con estas condiciones. Si nos vamos de la Unión, veo el futuro muy negro, porque los griegos estamos divididos. Este es el miedo que tengo», explicó, tomando aliento.

Tania, empleada de farmecéutica, también estaba preocupada. Sabía que incluso con la opción que ella deseaba, el sí, se habría instalado un  «escenario de desastre». «Nadie del Gobierno pensó en la economía real, en el impacto del corralito. Lo ideal sería que ellos y los anteriores se dieran cuenta de todos los errores que han cometido y fueran a negociar juntos, para conseguir un acuerdo lo menos malo posible. Pero todos son malos escenarios».

Cree que el Ejecutivo de Alexis Tsipras sería capaz incluso de manipular el resultado. Está nerviosa por las dificultades a las que se enfrenta el sector farmacéutico para importar. La mayoría de los proveedores les exigen pagos por adelantado. Ahora, pese a que el Gobierno ha autorizado las transacciones con el extranjero en caso de que se trate de productos de primera necesidad, las complicaciones técnicas de estas operaciones pueden poner en riesgo el suministro de medicamentos, según medios locales, un extremo que las autoridades desmienten.

Aun así, Tania aseguró que en el voto influyó más el factor emocional que el factor económico. Y es que la convicción de que los bancos no podrán abrir el martes la tenían la mayoría de los votantes con los que habló este diario, independientemente de su inclinación por el  o por el no. «Han atormentado mucho al pueblo griego, que se ha comido muchas mentiras. A los que votan 'no' les ha poseído el demonio griego del 'vamos a demostrarles quiénes somos'», remató Tania.

El goteo constante de votantes se asemejaba al de las últimas elecciones, comentaron los interventores, cuando la participación fue de un 64%. En muchos puntos de votación, militantes del Partido Comunista repartían su propia papeleta, que cuenta como nula. En ella pedían el doble no -no a la propuesta y no al Gobierno-.

Lo bueno y lo malo

El tráfico transcurría tranquilo por las calles de Atenas. Los negocios estaban cerrados, pero el sábado no faltaban los productos en sus estanterías. Bajo la Acrópolis, los turistas se mezclaban con los griegos que acudían a votar. «Si no arreglamos el problema de la corrupción, salga el sí o salga el no, no tengo esperanzas. En cualquier caso habrá un acuerdo antes o después, pero lo pagarán como de costumbre las clases bajas», cree Renos.

No era una opinión infrecuente. «No espero ningún resultado», espetó Ilías con una risa cínica. Llevaba de la mano a su hijo de 3 años. «Antes del 20 de julio habrá algún compromiso, porque hay que pagar al BCE. Si no, reinará el caos en Grecia», profetizó.

Siempre queda, sin embargo, lugar para el optimismo. Rania estaba segura de que los bancos no abrirán mañana. «Pero hay que resistir y tener esperanza. El sol saldrá cada día y seguiremos siendo Grecia, con lo bueno y lo malo. Eso no va a cambiar». Y sonrió.