PROTESTA EN ASIA

Matones en Hong Kong

Miles de manifestantes prodemocracia continuaban concentrados en el centro de Hong Kong, ayer por la noche.

Miles de manifestantes prodemocracia continuaban concentrados en el centro de Hong Kong, ayer por la noche.

ADRIÁN FONCILLAS / HONG KONG (Enviado especial)

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La defensa del campamento de Mongkok, uno de los que han levantado los manifestantes, comprende varias capas. Tras las vallas exteriores están sentados decenas de estudiantes, el grueso está algo más alejado y tres hileras de los más fornidos con los brazos entrelazados envuelven el núcleo. «Si regresan esos matones, confiaré en mi gente. No en la policía», revela uno.

El problema hongkonés cumple hoy su primera semana sin indicios de solución. Empezó como un conflicto entre los estudiantes y el Gobierno por la reclamación del sufragio universal y en los últimos días se han sumado elementos como el crimen organizado, el complejo mosaico social de la excolonia o la desconfianza hacia la policía.

Leung Chung-ying, el jefe del Ejecutivo hongkonés, exigió ayer a las decenas de miles de estudiantes que desalojen todas las zonas ocupadas antes del lunes para que la ciudad recobre su pulso cotidiano, pero es dudoso que eso ocurra. Los estudiantes cancelaron ayer las conversaciones que les había ofrecido Leung después de los ataques sufridos el sábado por cientos de facinerosos organizados. Ocho de los 19 detenidos por arrasar el campamento de Mongkok y golpear a los estudiantes están relacionados con las tríadas, la mafia local. El Gobierno negó las acusaciones de connivencia con los matones, pero su credibilidad entre los manifestantes es mínima.

Diferentes sensibilidades

Delincuentes al margen, el conflicto ha revelado las diferentes sensibilidades de los hongkoneses. En Mongkok se acumularon las peleas entre defensores y contrarios a la protesta. En los últimos caben hongkoneses afines a Pekín y ciudadanos que niegan el derecho de los estudiantes a colapsar la excolonia. «Volved a casa, ya os habéis divertido bastante. Gandules. Esta ciudad no es vuestra», gritaba en cantonés, el idioma local, un anciano con la vena hinchada. «Molestan, cierran escuelas, impiden que muchos trabajen, cortan calles, interrumpen el transporte público, hacen que la bolsa y la economía caigan… ¿y para qué? Están siendo manipulados», asegura un hombre de mediana edad que rehusa identificarse. «Nací aquí y soy hongkonés, pero me siento chino. Lo más importante es el país, sin él no tienes nada».

Los contrarios a las protestas llevan un lazo azul (en apoyo a la policía, dicen) como contraposición al amarillo de los demócratas. Se acusan entre ellos de intereses bastardos, de estar a sueldo de la CIA o del Partido Comunista de China. Los contrarios son en su mayoría de clases bajas y de mediana edad, mientras los primeros son estudiantes universitarios o mayores con formación.

El ruido indica en Mongkok la gestación de otra pelea. La muchedumbre se desplaza y los estudiantes levantan las manos para mostrar su pacifismo. La policía se lleva escoltado a un prochino que ha agredido a un joven. Decenas de estudiantes les acompañan de camino al furgón policial denunciando que lo van a soltar en la siguiente esquina. El doble rasero policial es un lamento recurrente entre los estudiantes. Dicen que no les protegieron de los mafiosos y se preguntan por qué no usaron el mismo gas lacrimógeno que sufrieron ellos. «Si dicen que Hong Kong está regulado por la ley, ¿dónde estaba la policía cuando esos matones estaban pegando a estos críos? Estoy aquí para apoyar sus pretensiones. Yo no creo que vea un Hong Kong democrático, pero espero que ellos sí», sostiene Peter Wong, profesor universitario.

Temor a la represión

Las agresiones del sábado ante el pasotismo policial han reactivado de nuevo las protestas después de la confusión y la división que había causado el anuncio de las negociaciones con Leung. Muchos de ellos decían no sentirse representados y defendían la vía violenta. Decenas de miles de jóvenes se congregaron anoche de nuevo en Admiralty, frente a la sede del Gobierno local. Algunos líderes prodemocráticos han pedido a los estudiantes que regresen a casa ante una temida represión policial.