Más de la mitad de los británicos quieren salir de la UE

Solo el 28% de los votantes tiene una opinión positiva de la Unión Europea, según un sondeo del dominical 'Observer'

Dos jóvenes lucen máscaras con la bandera británica, en Londres.

Dos jóvenes lucen máscaras con la bandera británica, en Londres. / periodico

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Más de la mitad de losbritánicos--un 56%-- querrían en estos momentos abandonar la Unión Europea (UE), según unsondeo publicado ayer por 'Observer', el dominical de 'The Guardian' que, además, deja patente queel sentimiento antieuropeísta se extiende en los tres principales partidos políticos.

La consulta arroja que el 56% de los ciudadanos avalarían queGran Bretaña siguiera su camino al margen de los 27 si les ofrecieran la posibilidad de expresarse en un referendo. Así, el 68% de los votantes conservadores se mostrarían a favor de salir de la UE, frente al 24% que se mostrarían favorables de permanecer. El 44% de los laboristas preferirían salir frente al 39% que preferirían quedarse, mientras que en el caso de los demócratas liberales, el 39% apostarían por continuar en solitario frente al 47% partidario del actual statu quo.

Estos resultados del sondeo obligan a los tres grandes partidos a una aleccionadora reflexión, ya que se encuentran en peligro de perder apoyo del electorado frente a la boyante formación antieuropeístaUkip.

Solo los jóvenes apoyan la UE

El sondeo también arroja que el 28% de los votantes piensa positivamente sobre la UE mientras el 45% califica de negativa la familia europea. Por grupos de edad, solamente los encuestados más jóvenes ¿entre 18 y 34 años¿ respaldan la pertenencia a la UE.

La consulta aumenta todavía más la presión al primer ministro británico,David Cameron, para negociar un exigente acuerdo sobre presupuestos europeos que prepara para el encuentro en Bruselas a partir del próximo jueves y donde los líderes de la UE intentarán negociar unacuerdo financiero para siete años a partir del 2014.

Cameron se ve, pues, presionado para volver de Bruselas con una reducción de la aportación británica a las arcas de la Unión Europea, a pesar de que su intención inicial era plantear una congelación que, con toda probabilidad, hubieran secundado Alemania y Holanda.