Macron intenta deshacerse de la imagen de "presidente de los ricos"

El mandatario francés cree que sus reformas darán fruto en dos años

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Eva Cantón / París

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Emmanuel Macron se ha empleado a fondo este domingo para intentar deshacerse de la etiqueta que sus adversarios políticos le han colocado con cierto éxito: “el presidente de los ricos”. Sobre el Elíseo arrecian las críticas por el liberalismo que rezuman muchas de sus medidas, como la reforma del impuesto sobre la fortuna, o por los recortes del gasto público que figuran en el presupuesto para el próximo ejercicio.

Los electores de izquierda se alejan del presidente al mismo ritmo que se acercan los de derecha. Mostrar la parte social de las reformas y situarse de nuevo en el espacio central del tablero político, ese que le llevó al poder con el mantra de un programa “ni de izquierdas ni de derechas” era uno de los objetivos del presidente en la primera entrevista televisada que concedía desde que llegó al Elíseo.

El otro era hacer pedagogía sobre su amplio calendario de reformas coincidiendo con el inicio de una nueva etapa. Después de la del mercado laboral, el Gobierno aborda un tramo sensible con la reestructuración de las prestaciones por desempleo y la formación profesional, reformas  que pretende tener listas en el primer semestre del 2018.    

“Soy el presidente de todos los franceses”, ha repetido varias veces durante la hora y cuarto que duró el ejercicio en TF1 y en un horario que suele congregar una audiencia de seis millones de telespectadores. El presidente ha comenzado defendiendo su peculiar estilo de ejercer el poder y ha asumido sus declaraciones más polémicas. Desde que “no cederá ante los vagos, cínicos y extremistas” que se resisten a las reformas hasta “el follón” de los manifestantes de una empresa en crisis que protestaban en una reciente visita de Macron a un centro de formación.

Acusado a menudo de menospreciar a las clases más desfavorecidas, Macron ha replicado que no comparte una lectura de la sociedad que consiste en enfrentar a los franceses. “Si sólo apreciara a la gente con dinero no estaría aquí sentado como presidente”, ha dicho. Luego se ha dedicado a explicar por qué piensa seguir transformando “radicalmente” el país. A su juicio, la sociedad vive un momento de cambios profundos y conviene “liberar” las energías del trabajo “protegiendo” al mismo tiempo a quienes tienen mayores dificultades para adaptarse a los nuevos tiempos.

Macron considera que la verdadera desigualdad nace de las diferencias en la cualificación de los trabajadores y ha puesto el acento en la reforma educativa, la orientación profesional  y en la formación continua. La meta es rebajar las cifras del paro, hoy situado en el 9,5%. Entre los escasos anuncios del presidente figura el de destinar 15.000 millones de euros a un plan para jóvenes y parados de larga duración. Según sus cálculos los efectos de sus reformas empezarán a dar frutos en un año y medio o dos años.

Modelo empresarial

El próximo año lanzará un debate sobre el modelo empresarial para acercarlo a la filosofía ‘gaullista’ y permitir que los asalariados puedan beneficiarse de los buenos resultados económicos de las compañías. De paso, ha negado que la reforma del impuesto sociedades que gravará sólo el patrimonio inmobiliarios sea “un regalo a los ricos”. Más bien al contrario, busca evitar que el capital huya de Francia y se favorezca la inversión.

La única referencia a la política internacional ha sido para dejar claro que, pese a sus diferencias en numerosos asuntos –como el cambio climático o el acuerdo nuclear iraní- Estados Unidos sigue siendo un aliado de primer orden para Francia y que mantendrá su método de diálogo con el presidente de la primera potencia mundial, Donald Trump.

Preguntado si para aplicar su amplio programa de reformas serán suficientes los cinco años de su primer mandato, Macron ha sido evasivo. “No estoy aquí para gestionar sino para transformar”, ha sentenciado tras presumir de las medidas adoptadas en tan sólo cinco meses y dejar claro que seguirá adelante con la misma determinación y el mismo ritmo que hasta ahora tanto en el terreno francés como en el ámbito europeo a pesar de las numerosas resistencias.

En el terreno de la lucha contra la inmigración, el presidente francés ha anunciado un endurecimiento de la legislación para expulsar a todo extranjero en situación irregular que cometa un delito así como una reforma del sistema de inmigración y asilo.

 En otro orden de cosas, Macron se ha mostrado favorable a retirarle la legión de honor a Harvey Weinstein, el poderoso productor de Hollywood en el epicentro de un escándalo por abusos sexuales.