Movilizaciones en Egipto y Siria

Los mártires siguen luchando

Los familiares de los 850 egipcios muertos en la revuelta contra Mubarak prometen no abandonar Tahrir

Manifestantes egipcios rezan en Tahrir, ayer.

Manifestantes egipcios rezan en Tahrir, ayer.

LAURA MILLÁN
EL CAIRO

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Susan Fuad pasa los días sentada en un rincón de una sala de exposiciones en la Ópera de El Cairo. Pequeña y algo encogida, Fuad contempla en silencio y durante horas los carteles de antiguas funciones que cuelgan de las paredes. Los diseñó su hijo, el mártir de la Revolución del 25 de Enero, Ziad Bakri.

Bakri es una de las 850 personas que murieron desde el inicio de la revuelta contra el presidente Hosni Mubarak hasta que este dimitió. Un año después de su muerte, la Ópera de El Cairo le dedica una exposición que recoge algunos de los centenares de carteles que creó durante sus cuatro años al servicio de esta célebre institución cairota.

«El día 28 se fue a la plaza de Tahrir»,recuerda su madre, que baja la mirada al rememorar la angustia de aquellos días:«Iba solo y no supimos nada de él hasta 43 días después»,lamenta. Hoy, en una pared, grandes paneles muestran escenas de la vida de Ziad Bakri. Se le ve en el desierto, con su esposa, con su hijo pequeño y con su gato, que huyó tras su desaparición. Una de las imágenes muestra a su hermana en la plaza de Tahrir, epicentro de la revolución, con un cartel en las manos que reza:«¿Dónde está Zaid Bakri?».

«Al final supimos que había muerto. Lo encontramos al ver una foto suya con una bala en el pecho y otra en la cabeza»,explica su madre.

El 28 de enero del 2011 fue la jornada más violenta de la revolución egipcia. La policía, el instrumento de represión de Mubarak más odiado por los egipcios, hizo uso de la fuerza para doblegar a los miles de manifestantes, pero al final dio la batalla por perdida y cedió paso al Ejército, cuyos tanques fueron vitoreados mientras desfilaban por las calles. El hecho de que, tras la caída de Mubarak, las Fuerzas Armadas hayan usado fuego real para dispersar a los manifestantes ha hecho cambiar el sentimiento de muchos ciudadanos hacia los militares. Ahora, muchos egipcios ven pocas diferencias entre estos y el dictador.

Con barba de varios días y aspecto cansado, Gamal Mohamed, padre de un joven mártir, sale de una tienda de campaña instalada en el centro de Tahrir, en la que duerme desde hace varias noches junto con familiares de algunos de los mil fallecidos a lo largo de este año.

«Mubarak y la Junta Militar, todos son lo mismo. Mi hijo murió por la revolución, murió por la tierra de Egipto y los militares lo han usurpado todo»,afirma Mohamed, que asegura que no se marchará de Tahrir hasta que las Fuerzas Armadas renuncien al poder.

Respeto y reconocimiento

Un año después, la causa de los familiares de los mártires, que piden respeto y reconocimiento por quienes dieron la vida para terminar con la dictadura, es una de las pocas que todavía unifica a los egipcios. Los que todavía exigen la retirada de la Junta Militar en Tahrir aseguran no tener miedo al uso de fuego real contra los manifestantes.«Hemos sido apaleados, torturados, secuestrados y nos han encerrado en la cárcel. ¿Crees que ahora que estamos un paso más cerca de conseguirlo tendremos miedo?»,pregunta el joven activista Kirolos Nagy.«Nunca»,responde. Y añade:«Tenemos un sueño. Estamos intentando romper un muro y ya se ha caído un ladrillo. Ahora una serpiente sale de ese hueco, pero la arrancaremos y empujaremos de nuevo».