EL DÍA DESPUÉS

Los gestos de la nueva era

Tsipras aparta a la Iglesia de su juramento y homenajea a las víctimas de los nazis

MONTSERRAT RADIGALES / ATENAS (ENVIADA ESPECIAL)

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La de este lunes ha sido una jornada de fuerte carga política en la que la gestualidad y el simbolismo han hablado más que las palabras.

Mientras los servicios de limpieza empezaban a retirar de la plaza Kafthimonós las botellas y las latas que, esparcidas por el suelo, atestiguaban el gran jolgorio con que una multitud celebró, la noche anterior, el triunfo electoral de la izquierda radical, el ganador y protagonista absoluto del momento, Alexis Tsipras, ha empezado la jornada con un encuentro en la sede de Syriza con el líder de Griegos Independientes (ANEL), Panos Kammenos.

Tsipras había recibido ya el encargo del presidente de la República, Karolos Papulias, de formar Gobierno. La reunión con Kammenos, a las 10.30, ha sido un pim, pam, pum. Apenas ha durado 20 minutos y ha sido este último (no Tsipras) quien anunció que Grecia ya podía tener Gobierno.

Acto civil

Por la tarde Tsipras ha llegado al palacio presidencial para jurar el cargo de primer ministro ante Papulias. El líder de Syriza se ha presentado para tan solemne acto como siempre, vestido con traje pero sin corbata. Y ha roto con la práctica habitual, prestando un juramento civil, no religioso como habían hecho todos sus predecesores. «Señor presidente, juro que aplicaré la Constitución y las leyes y que trabajaré siempre por el interés general del pueblo heleno». La máxima autoridad religiosa de la Iglesia ortodoxa griega, el arzobispo Jerónimo, no ha sido invitado a la ceremonia, rompiendo otra tradición.

Tsipras, que vive con su pareja sin estar casado y no ha bautizado a sus hijos, había ido a visitar a Jerónimo justo antes de dirigirse al palacio presidencial, para anunciarle que iba a hacer el juramento civil y que, por tanto, su presencia no era requerida. No obstante, el que poco después iba a convertirse en el nuevo mandatario griego, aseguró a Jerónimo que «las relaciones con la Iglesia serán más importantes que antes» y prometió «diálogo y cooperación». Syriza aboga por la separación entre Iglesia y Estado, algo inexistente en Grecia.

Tsiprasha llegado al palacio presidencial sin decir ni mu ante la nube de periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión que se han agolpado a la entrada. Lo mismo ha ocurrido cuando ha salido, para decepción de los informadores que esperaban sus primeras palabras como primer ministro. Unas pocas decenas de curiosos se habían acercado también al lugar y le han aplaudido tanto al entrar como al salir.

El memorial

Convertido ya en primer ministro, solo tenía que cruzar una estrecha calle para instalarse en la sede de la presidencia del Gobierno. Pero ha elegido hacer antes otro gesto de fuerte carga simbólica. Se ha desplazado al campo de tiro de Kesarianí, un municipio de la periferia de Atenas, un lugar de fuerte carga emocional en la memoria histórica del país y especialmente de la izquierda griega. Durante la ocupación alemana, los nazis lo utilizaron como paredón para fusilar a miembros de la resistencia y, en mayo de 1944, ejecutaron allí a 200 comunistas que previamente habían sido encarcelados por el dictador griego Ioannis Metaxas. Tsipras se puso la mano en el pecho y depositó unas flores en el monumento que conmemora a las víctimas de la ocupación nazi. Fue su primer acto como primer ministro y un gesto que tampoco ninguno de sus predecesores había tenido.

Después ha regresado y se ha instalado en el despacho que hasta la semana pasada ocupó el conservador Andonis Samarás. Algunas cosas han empezado a cambiar en Grecia. H